En la vida todos tenemos un
secreto inconfesable, un arrepentimiento irreversible, un sueño inalcanzable y
un amor inolvidable.
Las mujeres y hombres maduros
de ahora hemos llegado a una edad maravillosa en la que emprendemos el camino
del desaprendizaje.
Ya pasó la época de los
roles. Lo que fuimos, fuimos; ahora somos para nosotros mismos sin tener que
rendir cuentas a nadie.
Los demás seguirán su camino
de responsabilidades y de afanes, de preocupaciones y nerviosismos. Nosotros
ahora, estamos por encima del bien y del mal.
Vamos a museos, asistimos a
conferencias y si no nos gusta nos salimos sin que nos importe, redescubrimos
al Quijote.
Nosotros ya demostramos que las
responsabilidades fueron bien atendidas por nosotros, que hicimos las cosas lo
mejor posible, que dejamos huellas, que somos buenas personas.
Lo que nos queda de vida es
para nosotros, para disfrutar, para cumplir el mandamiento divino de amarnos a
nosotros mismos. Por eso vamos a hacer lo que nos da la gana.
Es la hora de empezar a
relajarnos y de conversar largas horas con uno mismo, que es el único que
permanece siempre, ahora y después de que abandonemos la nave del cuerpo. Nos
rodean pocos seres a quienes amamos profundamente y que seguirán viviendo sus
propias experiencias, estemos nosotros o no.
Quienes nos buscan sin
egoísmos van a encontrar una sonrisa, una mirada tierna y comprensiva, un
consejo acertado o no, afecto.
Somos, ahora sí, libres
de ataduras, de prejuicios, de creencias. Somos libres si no le tememos ni a la
vida ni a la muerte...
Excelente! Asì lo vivo!
ResponderEliminarSin dudas es el proceso natural del ser, vivir con la premisa de entender que la vida es un hermoso y elegante cúmulo de experiencias! Incluso la muerte! Feliz aquel q lo entiende y practica!
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