Vivían en casa de la abuela
de ella, 26 años tenía, 29 él. Toda una vida por delante. Y toda una vida
sesgada. Ambulancia y policía tardaron y llegar. La chica gritó, los vecinos la
escucharon. Pero no fueron. Era entrar sin pedir permiso. O miedo a que
actuaran contra ellos.
Y todo fue justo el día que
se celebraba el día internacional de erradicación de la violencia contra las
mujeres.
Para colmo su asesino es un
colombiano. Más de uno generalizará y sacarán la conclusión de la culpa la
tiene los inmigrantes. Esperemos que siendo decentes ninguno imite a los
fanáticos que no salen de sus ideas a priori. La abuela presenció la escena. ¿Se
imaginan ustedes cómo se quedó y como sigue?
De mazazo de los grandes podemos
calificar este hecho. Miles de personas volvieron a reclamar por las calles
españolas. En estos once meses del año miles de mujeres han pedido en las
calles españolas más y más acciones de seguridad contra esta endemia.
No es de ahora, es un trauma
que se pierde en la memoria de los tiempos, pero ahora se tiene más constancia
de los hechos. Estamos en la era de las comunicaciones -como antes lo fuera la
de los descubrimientos o la industrial-. Ya no es cosa solo de políticos y de
jueces. Es un tema que nos afecta a cada uno de nosotros.
Y hoy conviene tomar
conciencia de que no solo son los problemas de género los que provocan estas
situaciones sino también la pobreza, el trabajo precario, la interesada falta
de regulación de las mujeres inmigrantes, la trata de mujeres y niñas con fines
de explotación sexual, etc.
También es cierto que se han
conseguido determinados avances en la justicia, deporte y medios de
comunicación aun se requieren una serie de medidas cautelares y trasversales
que aceleren un estado de paz y serenidad interior para las mujeres.
Pero no olvidemos que cada
año de los últimos diez entre cincuenta y sesenta mujeres han sido asesinadas,
víctimas de la violencia de género. ¿Se imagina si esa cifra anual se debieran
a una epidemia tipo ébola, o a la explosión de una caldera en un colegio o al
siniestro de un autocar en una carretera española. ¿No causarían esos hechos un
verdadero impacto social? Pero los asesinatos llegan en forma de goteo, que
hace que el dramatismo de las cifras se diluyan. Lo que no cambia es la cifra…
No hay comentarios:
Publicar un comentario