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jueves, 3 de enero de 2019

Los dioses enfadados


Cuando vieron el cometa supieron que los dioses habían enfadado. Y no era para menos. Él mismo lo había predicho. Fundamentándose en que había estudiado Economía desde que comenzó la crisis, hace ya diez largos años se dedicó a ir por todos los medios de comunicación posibles - sobre todo aquellos cimentados en tertulias, semanales a ser posibles- anunciando los gravísimos problemas que la crisis iba a traernos:
Qué si el sistema de pensiones se iba a venir abajo; que si la sanidad pública se iba a quedar bloqueada, teniendo que pagar cada ciudadano la visita que pudiera hacer al médico de cabecera; que los supermercados, sobre todo los del barrio iban a ser asaltados; que si los bancos se iban  a quedar sin dinero.

Pero el protagonista de la historia no cejaba en sus más negros augurios, aumentando cada día su caudal en la medida en que eran más numerosas sus participaciones públicas, a pesar que no se cumplían sus predicciones proféticas, una desgracia para todos los personajes de este tipo Avon de nuestra sociedad, abusando de la confianza de las personas. Son como uno de esos charlatanes que se suben a un cajón de madera en un parque de Londres anunciando el fin del mundo. Hasta que llegó un momento en que se cumplió lo que dice el antiguo dicho: “el gato escaldado del agua fría huye”. Su fama negativa también se hizo popular. Algunos decían que había que enviarlo a un planeta por descubrir. La idea del cometa no resultó mala. Los dioses del pueblo, que somos el mismo pueblo, nos habíamos enfadado.




sábado, 4 de marzo de 2017

El Gatopardo

     



     Claudia Cardinale estaba espectacular y Alain Delon marcaba la diferencia vestido de uniforme de oficial del ejército de Garibaldi. Al menos, así se han quedado aquellas imágenes en mi memoria. Pero de aquella película de Visconti –“El Gatopardo”- me quedo con la interpretación de Burt Lancaster y su personaje, el príncipe Don Fabricio Salina, consciente de un mundo en pleno cambio, en el que ya no valen los viejos valores sociales a punto de ser sustituidos por otros aparentemente nuevos.
     Y sin embargo, el viejo príncipe, un aristócrata del antiguo régimen, pronto descubre que la clave para mantener sus privilegios no es otra que aceptar esos cambios, dejarse arrastrar por ellos si es necesario, e incluso pactar con el enemigo si fuera el caso.
     En palabras de Giusepe Tomasi Di Lampedusa, autor de la novela en que se basa el film, “Si queremos que todo siga como está es necesario que todo cambie”. Y en eso estamos. Cambian las tecnologías, cambian las palabras, cambian las costumbres, la forma de relacionarnos… pero no parece que, de momento a corto plazo, se vislumbre un auténtico cambio social. Si en algún instante del pasado reciente pudo parecer que se abrían las posibilidades, los gatopardos de turno se han encargado de absorber o pactar con los nuevos poderes emergentes.


Habrá que seguir esperando…



viernes, 3 de marzo de 2017

Siempre ve dificultades

     Doquiera que va encuentra problemas. Ante cualquier cosa que se le encarga le surgen dificultades para realizarla. Hace pocos días escuchaba, junto a él, una conferencia, y a pesar de las buenas noticias que se estaban comunicando, observé como su rostro, sus gestos faciales, denotaban malestar, contrariedad, enfado. No ssí el conferenciante y el resto de la sala. Todos nos concentramos en el núcleo central de lo planteado que resultaba positivo, salvo mi amigo que le encontró unos cuantos peros.
     "Bastantes contrariedades tiene ya la vida -le comenté- para no aprovechar un momento de alegría". Los problemas y las dificultades de cada día, si los afrontamos con humor, no solo serán más llevaderos, sino que algo más de alegría sembraremos a nuestro alrededor -que falta nos hace-. Y el silencio fue su respuesta. Algo así como un mutis por el foro.