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viernes, 12 de junio de 2020

Africa. Futuro

Los afrodescendientes están, por así decirlo, condenados a la excelencia y a la conquista del poder económico y político dondequiera que vivan.

No se debe esperar salvación ni compasión de un sistema fundado desde el siglo XV sobre el saqueo de África y la esclavitud o inferioridad de sus descendientes. ¿Por qué quieres que este sistema acepte su propia pérdida?

No estoy hablando de los pueblos, al designar el sistema, que aspiran solo a la paz y la fraternidad, sino a los estados y grupos de interés que los dirigen.

Estos sistemas oprimen a sus propios pueblos. 63 presidentes africanos han sido asesinados desde la independencia en la década de 1960, porque este sistema está convencido de que solo el saqueo y la explotación de los afrodescendientes le permiten sobrevivir.


África casi no tiene fábricas de armas y, sin embargo, el mismo desastre que se creó para generar conflictos fratricidas entre pueblos, reinos y estados, para alimentar el comercio transatlántico y su saqueo, aún continúa. A esto se suman las estúpidas guerras de las religiones imperialistas de otros lugares, las tierras de nuestros antiguos saqueadores, donde no trabajan por la paz. Cada afrodescendiente es su hermano o hermana en el sentido literal del término, porque ninguna persona o familia en la costa oeste o este de África se ha librado del saqueo de las almas y la riqueza.


Hoy encuentro mi patrimonio cultural parcialmente perdido en Senegal, Cuba, Haití, Brasil, en todos los rincones de las Américas y el Caribe.

Estoy en mi familia en el sentido literal. Debemos promover la excelencia, la cultura, el espíritu empresarial, el poder político, la unidad, la solidaridad y la defensa de nuestros intereses en todas partes, y especialmente en África, la Madre Tierra, donde todos los afrodescendientes y todos los pueblos respetuosos son bienvenidos.

En ninguna parte de la Tierra hemos sido deportados por nuestro interés o por nuestro placer. Todas las habilidades deben ponerse al servicio de la Comunidad, la de los niños de Aduna o Dunya, el verdadero nombre de África (palabra árabe: "Ifrikiyah").

En lugar de inventar un baile estúpido cada año y limitarnos a los roles de artistas públicos, o exóticos pases y revolcarse en la tradicional fiesta de fin de semana, debemos recordar que las sociedades africanas están muy estructuradas: Tenemos la civilización más antigua del mundo.

No solo usamos cera o bazin (telas holandesas) para reclamar afrodescendientes; Tenemos una cultura mucho más profunda, rica y común que este folklore de negocios étnicos.

El africano desde los albores del tiempo y hoy está estructurado por su patronímico, la familia de su madre (matriarcado), su honor, su clan y su reino precolonial. Toque uno y él peleará sin problemas. Todo esto fue destrozado por los tratados transsaharianos y transatlánticos, pero no por la breve colonización.

Solo construimos una nación, un reino o un imperio por trabajo, determinación, solidaridad, perseverancia, la búsqueda absoluta de libertad, fe y combate, al servicio de una causa superior a nuestra propia vida.

Todavía existen ciertos reinos medievales africanos precoloniales y los africanos nunca han olvidado a sus hermanos y hermanas separados de nuestra familia.

¿Te imaginas por un momento que un extraño o tu vecino entran a tu casa y lo hacen, te olvidarías de tu madre, tu padre, tu hermana, tu hermano o tus hijos? La colonización duró solo un siglo en África (1860 - 1960), el comercio transatlántico de esclavos vació nuestro continente durante cinco siglos y el comercio transsahariano durante once.

Permítanos enriquecernos intelectualmente y financieramente, educar a nuestros hijos en hogares estables, gratificantes y amorosos, crear negocios, fabricar y comprar nuestros productos como una prioridad porque el jugoso negocio étnico en nuestras espaldas los vacía de su verdadero significado y calidad, comparte nuestra historia, nuestra cultura y nuestra fuerza que nos han permitido sobrevivir a todo durante siglos.

Quien conoce su Historia y falsifica su destino, no puede ser presentado por el Hombre.

"El tigre no necesita probar su tigritud; mata a su presa y la devora"
(No esperes que un sistema que tenga interés en oprimirte te reconozca como un compañero; lucha por dominarlo).

Wole Soyinka (escritor nigeriano, Premio Nobel de literatura)


jueves, 13 de junio de 2019

Un ejemplo de la vinculación del colonialismo y la iglesia católica


Discurso XX de del rey Leopoldo II en la llegada de los primeros misioneros al Congo, actual República Democrática del Congo (RDC). Leopoldville, 12 de enero de 1883.

"Reverendos y queridos compatriotas; la tarea que se nos ha confiado cumplir es muy delicada y demanda mucho tacto. Estáis aquí para evangelizar pero os debéis inspirar para ello ante todo en los intereses de Bélgica.

El fin principal de nuestra misión en el Congo no es enseñar a los negros a conocer a Dios, pues ya lo hacen: ellos hablan y se someten a Mungu, Nzambe, Nzamkoba, y que sé yo. Saben que matar, acostarse con la mujer de otro, calumniar y agredir es malo, incorrecto. Tengamos el coraje de decirlo, no vais a enseñarle algo que ya conocen.

Vuestro fin principal es facilitar las tareas a los administradores y los empresarios. Para ellos debéis interpretar el evangelio de la forma que más beneficie nuestros intereses en esta parte del mundo.

Para hacerlo deberéis, entre otras cosas, fomentar el desinterés entre los salvajes por las riquezas ocultándolas bajo el suelo si es necesario; así evitamos la tentación de convertirse en asesino por ellas y que sueñen desalojarnos para obtenerlas.

Vuestro conocimiento del evangelio os permitirá encontrar fácilmente textos para que los fieles amen la pobreza. Como por ejemplo: “Dichosos los pobres, pues el reino de los cielos es para ellos” o “Es tan difícil que los ricos entren al reino del cielo como que un caballo pase por el ojo de una aguja”.

Debéis eliminar y hacerles despreciar todo aquello que pueda llevarlos a enfrentarse a nosotros. Haced que tengan miedo a enriquecerse, pues no irían al cielo.

Hago también alusión aquí a sus fetiches de guerra que no pretenden abandonar, pero que debéis poneros manos a la obra para que desaparezcan.

Vuestra acción debe centrarse sobretodo en los jóvenes para que ellos no se rebelen y se opongan a sus padres si éstos deciden hacerlo. Los niños deben aprender a obedecer aquello que ordena el misionero, que es el padre de su alma.

Insistid particularmente en la sumisión y la obediencia; evitad desarrollar el espíritu en las escuelas; enseñad a escribir, a creer, no a razonar.

Estos son, queridos compatriotas, los principios que aplicareis.
Encontrareis otros muchos en los libros que os serán dados al final de la conferencia.

Evangelizad a los negros para que ellos permanezcan siempre sumisos a los colonizadores blancos, para que no se rebelen jamás contra las obligaciones que les harán sufrir. Hacedles recitar cada vez: “Dichosos los pobres que lloran, pues el Reino de los cielos es para ellos”.

Los empresarios y los administradores se verán obligados de vez en cuando a recurrir a la violencia, a insultar, golpear, para hacerse respetar. No deberá permitirse que recurran a la violencia, a la venganza. Para ello, les enseñareis e incitareis, por todos los medios, a seguir el ejemplo de todos los santos que han puesto la otra mejilla, que han perdonado las ofensas, que han recibido salivazos sin estremecerse ni responder a la agresión.

Mantened a sus mujeres nueve meses en la misión para que trabajen gratuitamente nueve meses para vosotros. Convencedles de que deben ofreceros cabras, pollos y huevos cada vez que visitéis sus aldeas.

Hacedles pagar cada semana unas tasas en la misa del domingo. Desviad este dinero, supuestamente para los pobres, para abrir tiendas importantes donde estéis: para misiones, feligreses, fiscales, etc.

Transformad vuestras misiones en grandes centros comerciales; ayudad ligeramente a los pobres para animar a los otros a pagar regularmente.

Pedidles que mueran de hambre si es necesario, y vosotros comed cinco veces al día o más con el fin de que vuestros vientres estén siempre llenos de buenas cosas y de que de vuestras bocas emanen olor a cebolla.

Estableced un sistema de confesión que os haga buenos detectores de todo negro que tome conciencia o quiera reivindicar la independencia.

Enseñadles una doctrina que vosotros mismos no cumplís en la práctica; puede ser que os digan que por qué os comportáis en contra de lo que predicáis; respondedles que sigan lo que decís no lo que hacéis. Si ellos replican que una fe sin actos es una fe muerta, responded: “Dichosos aquellos que creen sin haber visto; ellos serán hijos de Dios”.

Decidles que las estatuas que guardan son obra de Satán. Confiscadlas para completar nuestros museos de Ternere y el Vaticano. Hacedles olvidar a sus ancestros para recuerden y adoren los nuestros; Santa María, San Andrés, San Juan, Santa Teresa, etc.

No ofreced jamás una silla a un negro que venga a veros. Dadle siempre un cigarro. No cenéis juntos sino matan un pollo cada vez que los visitáis en casa. Considerad a los negros como unos niños que se engañaban a sí mismos cuando eran independientes. Exigid que os llamen siempre “Mi padre”.

Blasfemad y acusadlos de comunismo y de persecución religiosa si ellos os demandan que ceséis de engañarlos y explotarlos".

Leopoldville, 12 de enero de 1883.

Leopoldo II (Rey de Bélgica)



martes, 21 de mayo de 2019

Sobre negritud y racismo

Intervención de la periodista Lucía Mbomío en el Teatro del Títere de la Tía Norica (Cádiz) julio de 2017.


    

miércoles, 4 de julio de 2018

Trabajo sucio

Nadie puede decir que les ha cogido de sorpresa. Especialmente los que le votaron para poner en sus manos la vara de poder como símbolo de servicio al pueblo, que ellos interpretan como la autoridad de dividir a la gente entre superiores e inferiores. De esa forma quedan legitimados para hacer desaparecer de su lado a todos aquellos a los que definen como basura.

Todo el mundo en Italia, y fuera de ella conocemos como se las gasta la Liga Norte de Italia. Racistas hasta la médula y primos hermanos del loquinario de Hitler. Sí, ese que inventó los campos de exterminio y las cámaras de gas.

La lista de agresiones de este grupo de racistas sería interminable. Por no ir demasiado lejos, hace cinco años, el vicepresidente del Senado italiano, y miembro de la ultraderechista Liga Norte, Roberto Calderoli, comparó a la ministra Cecile Kyenge, por ser negra, con un mono: "Cuando veo las imágenes de Kyenge no puedo dejar de pensar, aunque no digo que lo sea, en las facciones de orangután".

Hace diez años el que  era alcalde de Treviso, dijo en un mitin, ante miles de personas, que "hay que eliminar —¿quiere decir asesinar?— a los niños gitanos". Presumía de haber destruido dos campamentos de gitanos y se jactaba pregonando que en su ciudad: "¡Ya no quedan gitanos!”.

Y hoy el artista de la película es el actual ministro de Interior del gobierno; el mismo que en su anterior cargo político se propuso tomar las huellas dactilares de los niños gitanos, tal como se hizo en la Alemania nazi en los años de la preguerra mundial.  Este acto racista, y todos los demás, lo conocía el pueblo italiano antes de votarles. No solo por lo que han hecho y hacen sino porque ellos mismos lo reconocen. Un pueblo que vive orgulloso de su Papa Francisco y al tiempo se alían con aquellos que de fraternidad mundial no quieren saber nada de nada. Es más fácil vivir es una falsa ignorancia.