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domingo, 16 de diciembre de 2018

Talante


Practicar un talante democrático es algo más que darle a los vecinos una oportunidad para que elijan un grupo de personas que lleve las riendas del poder cuatro años.

Pedro, vecino de Hoyos, se tomó en serio la iniciativa del ayuntamiento con respecto a plantear a dónde querían los vecinos que fuera el dinero que el presupuesto municipal había asignado a su barrio

Convenció a unos cuantos vecinos y, sentados en el banco de la plaza, aportaron iniciativas sobre el tema, haciéndose presentes en la asamblea municipal. Escucharon que el alcalde les invitaba a no estar allí pasivamente y se  comprometía a dar respuesta  a sus peticiones. Sonaba extraño. Cada uno se marchó para su casa pensando siempre si lo que habían escuchado era una película de ciencia ficción o era una nueva forma de practicar la política.

A los pocos días oyó por la radio que se ponía en marcha las obras para remodelar la Casas Baratas, que harían en el plazo de un año una entrada nueva al barrio y que se contrataría a cinco educadores sociales cómo complemento vespertino de la educación de los niños y niñas del barrio de educación secundaria. Justo lo que su grupo había planteado como iniciativa. Esto sí que es democracia, se dijeron. En las  próximas elecciones municipales nuestra votación tendrá un sentido diferente y mucho más positivo que el tenido hasta ahora.





miércoles, 2 de mayo de 2018

Gente en la calle


Un cortejo de mujeres que este año comenzó siendo más grande que los pasados y otro cortejo, este de gente mayor, y muchísimo más numeroso que años anteriores, están presentes estos días en nuestras calles.

Son solo dos casos de participación popular que nos animan a seguir confiando en que las cosas pueden cambiar, con el esfuerzo de todos. Dos ejemplos muy hermosos de esperanza activa. Dos hechos ocurridos hace solo recientemente. Dos ejemplos que pretenden que lo realizado no fuera una construcción meramente coyuntural, sino integrada en la estructura social.

¿Y eso por qué? Pues –dicen los mayores- porque los motivos que los han originado son muy de fondo. “Seguimos viviendo una profunda crisis, en nuestro país y en el mundo, tanto en el ámbito de la economía, fruto del afán de lucro ilimitado de los más poderosos del Norte capitalista; los cambios profundos a nivel mundial en el aspecto tecnológico, con lo que conlleva de precariedad en el trabajo, en especial para los jóvenes; la transformación de los valores a escala planetaria; el cambio climático que nos afecta cada día con más intensidad, especialmente a los países empobrecidos del Sur; sin que los países más desarrollados se comprometan a un cambio radical de producción, solidaridad y consumo; el absoluto descrédito de la clase política, de las instituciones religiosas, etc., etc., etc.”
  
Tarde o temprano a los jubilados  habrá que tenerlos más en cuenta. Un colectivo del que todos los gobiernos han querido apoderarse con distintas medidas, para asegurarse su voto incondicional. Y, en segundo lugar, con un crecimiento en auge están los colectivos feministas, protagonistas de tantas otras exclusiones que padecen las mujeres en nuestro mundo. Unos cinco millones de trabajadoras que han parado y con la asistencia de cientos de miles a las convocatorias realizadas en los barrios y en las ciudades de todo el Estado, han hecho que el gobierno cambie sus expresiones ante este colectivo, llegando a manifestar -cínicanente…- en algunos casos que eran ellos mismos quienes las convocaban, desdiciéndose muchos de declaraciones contrarias.

A pesar de lo positivo de todo ello, que los viejitos y las mujeres no nos acostumbremos  a la siesta y , bien espabilados, sigamos al pie del cañón.




sábado, 16 de septiembre de 2017

Vivían en el campo


Vivía en una casa de campo con la puerta de la casa siempre abierta de par en par. Si de algo no se quejaba era de tener hambre de una palabra amable. Cada día, cuando pasaban las nueve de la mañana, y no había visto al vecino, ya estaba éste asomándose al patio y, escuchado como le llamaba por su nombre, abría las puertas de la casa y ponían en común sus enredos para el día.

No había que luchar contra el frío, contra el miedo o cosas similares. Lo que hacen los vecinos siempre es de común acuerdo. Y de los conflictos no hay tiempo que mida su duración. Casi al momento de estallar se reúnen uno por cada una de las treinta familias del pueblo y toman una solución, con la que nadie sale enfadado. Sus padres les enseñaron esa dinámica y ellos no solo la ejecutan sino que intentan traspasarla a sus hijos pequeños.

Este curso seis de ellos, al pasar a la Secundaria, como son pocos en el pueblo, se agregan a la escuela del pueblo vecino con más habitantes. Tranquilos y contentos los vemos por la mañana en el trayecto. Y a la vuelta es raro que no haya algún que otro enfrentamiento verbal que en ocasiones roza la violencia. 

La educación recibida en el pueblo vecino, con costumbres no solo diferentes, sino contrarias al sentir común de su pueblecito comenzó a quebrar fidelidades a principios recibidos. Todo parecía una apuesta por quedar mejor que el otro. El único horizonte era ya el dinero, y la ambición comenzó a ser la senda y camino para llegar a la meta.

“Prefiero las chicas pobres, sencillas, a los dragones vestidos de seda que parecen una cosa y son otras diferentes”, dijo un padre en una de sus asambleas. “Pues a mí me está ahogando el corsé de la decencia”, respondía otro.” “A mí, decía otro, me indignan ambas cosas, pero paso de lo que digan y que cada uno haga de su capa un sayo”. Rodrigo, conocido en el pueblo por su sabiduría popular, les dijo: “Ya saben cómo pienso. Siempre he estado al lado de los justos antes que de los criminales, más cerca de los que se mantienen leales a sus principios honestos que a los que cambian día a día según sus conveniencias, no soy humilde pero tampoco orgulloso, y  hay que darse cuenta por qué estamos tan perdidos del camino que hemos llevado. Hemos sido nosotros  los educadores de nuestros hijos, y ahora, con los brazos cruzados, permitimos que otros, con costumbres filibusteras, sean los que le enseñen cosas distintas. Y, para colmo, hemos sido tan originales que nos dejamos llevar por los raíles que los niños nos traen del colegio del pueblo de al lado.”


Algunos más fueron conscientes al momento de lo que había dicho Rodrigo. Y comenzaron a escucharse cosas como estas: “siempre he estado lejos de los individualistas que se agarran mutuamente no para que el otro no se caiga sino para mantenerse él”; “seré un propietario sí, pero la propiedad no tiene por qué ser un peso sino que la hemos de utilizar como alas que nos hagan crecer a todos por igual”, “que mañana nadie pueda decir leyendo en nuestra historia que nos dejamos envenenar”.


Aquel día fue el primero de un nuevo paso en la historia de aquel pueblo. De indiferentes ante los vecinos de al lado comenzaron a traspasarles su estilo y manera de hacer las cosas. Continuando con lo que siempre  habían hecho, comenzaron en simultáneo a continuarla en el pueblo de al lado. Pronto estuvieron tanto en las asambleas de padres de alumnos como representándolos a todos en la junta directiva del centro. Enseguida se les vio militando en el partido comunitario del pueblo que de ser el más pequeño en número y acciones pasó a igualar al mayoritario restándoles fuerza y eficacia. Y no faltó quienes se hicieron presentes en movimientos sociales y comunitarios tanto adultos como jóvenes, mientras éstos y los más pequeños participaban en los equipos deportivos del gran pueblo.


Y así huyendo de una amenaza no contestaron con otra de similar estilo y los envenenadores de ilusiones empezaron a saborear las mieles de la afabilidad y convivencia