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sábado, 8 de junio de 2019

Demelsa


Es un nombre extraño, le decían casi todos al conocerla.

- Lo importante es que, con el tiempo, mi corazón les resulte cercano -pensaba ella.

Muy pronto, ambos se percataron de la conexión que entre había resultado. Y así, desde las palabras de Rodrigo y de la actuación de Demelsa descubrieron la impronta de su dulzura y carácter. No, no sería una tela fácil de manejar, pero tampoco era tela descosida o rota que no pudiera enhebrar con su aguja comunitaria y la ayuda de Rodrigo y sus nuevos amigos.




sábado, 9 de septiembre de 2017

Una lección de humildad (extractado de James Baldwin, EEUU, 1924-1987)


Celebraban estar practicando una política internacional que nadie criticaba y cuyo reconocimiento iba cada año en aumento. Hace unos años fueron declarados miembros vivos y activos de la comisión internacional de la ONU para los DD.HH. Un país donde la libertad de expresión no existe ni en las novelas de ficción y, cuando aparecen son castigadas. Un país que este año ha sido considerado miembro activo de la comisión internacional de igualdad entre mujeres y hombres. Un país donde las mujeres no pueden abrir cuentas corrientes ni vender una propiedad sin permiso escrito y autorizado de sus maridos.

El banquete celebración se hizo en un gran salón donde las paredes estaban adornadas de esmeralda y piedras preciosas-  los hombres más nobles de la región. Cierto día el califa Harun al Raschid organizó un gran banquete en el salón principal de palacio por la existencia del templo de adoración a Alá.

Las paredes y el cielo raso brillaban por el oro y el lujo con las que estaban adornados. Y la gran mesa estaba decorada con exóticas plantas y flores. Allí estaban los hombres más nobles de toda Persia y Arabia. También estaban presentes como invitados muchos hombres sabios, poetas y músicos. Avanzada la fiesta, el califa pidió al poeta contratado a tal invento comenzara su trabajo.

-Oh, príncipe hacedor de hermosos poemas, muéstranos tu habilidad, describe en versos este alegre y glorioso banquete.”

El poeta, en pie, empezó con estas palabras:
-¡Salud!, oh califa, y goza bajo el abrigo de vuestro extraordinario palacio.
-Y que en cada nuevo amanecer te llegue también una nueva alegría. Que cada atardecer veas que todos tus deseos fueron realizados.
-¡Bien, bien! Sigue pues con tu poema.

El poeta se inclinó ligeramente en señal de agradecimiento por tan deferentes palabras del califa y prosiguió:
-¡Pero cuando la hora de la muerte llegue, oh mi califa, entonces, aprenderás que todas las delicias de la vida no fueron más que efímeros momentos, como una puesta de sol.

Los ojos del califa se llenaron de lágrimas, y la emoción ahogó sus palabras. Cubrió su rostro con las manos y empezó a sollozar.

Luego, uno de los oficiales que estaba sentado cerca del poeta alzó la voz:

-¡Alto! El califa quiso que lo alegraran con cosas placenteras, y tú le estás llenando la cabeza con cosas muy tristes.
-Deja al poeta solo –dijo Raschid-. Él ha sido capaz de ver la ceguera que hay en mí y trata de hacer que yo abra los ojos.


Harun al Raschid (Aaron el Justo)



domingo, 6 de agosto de 2017

Pan, sencillamente pan

De hoy para mañana le llamaron para un trabajo. De hoy para hoy mismo nos llamó a los amigos más cercanos. Había que celebrarlo. Con 29 años hacia año y medio andaba mendigando el pan para comer pues vivía solo, no dependía de nadie, huérfano desde hace seis años. Sin darnos cuenta que en su mesa poco podría haber nos presentamos los tres amigos de siempre, y los tres con el bolsillo vacío. Pan es lo que tenía en su casa. Y con pan lo celebramos. Pan de varios días, mitad quemado, mitad blanco, alguno ya pellizcado y abierto en migajones, como canta Gabriela Mistral en uno de sus poemas.


No fue una fiesta como las que estamos acostumbrados. Música pop de fondo, sí. Pero sin estridencias, palmadas y algarabía. Se respiraba alegría; alegría grande la suya y la nuestra, de sus amigos. Y el pan, que nos recordaba de pequeños la casa hogareña de los abuelos, el pueblo donde crecimos, el continuo olor a pan de la panadería en la plaza. Pan abierto en un plato que se come en todos los pueblos y por toda la gente. Pan que es el plato símbolo de que no hay hambre. El pan de cada día que todos deseamos en nuestras mesas. Pan para todas las edades y todos los tiempos, pan que también comieron los nuestros que ya no están con nosotros. Que, junto al vaso de agua, nunca falte el pan en ninguna mesa.