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domingo, 12 de julio de 2020

Cuando me sano a mi mismo traigo paz al mundo (Isha)

Como la brisa más fresca o el rumor de las hojas de los árboles al caer en el otoño, así las frases, reflexiones e ideas de los jubilados dejan de ser muros estratégicos y se posan en las jubiladas mentes -que no en las mentes jubiladas- para acariciarnos suavemente en el rostro o despertarnos de nuestro letargo con su experiencia.

Es la etapa en la que, como circulo concéntrico, aparece hoy y mañana también despedidas tiernas, elegías cariñosas reflexiones sobre temas de todas las edades. Temas como el amor, la libertad, despedidas tiernas, elegías cariñosas, homenaje a los sentidos, erotismo, política o sociedad, de experimentos lúdicos y de reflexiones sobre cuestiones tan universales como el amor, la amistad o la libertad, dejando en nuestras pieles hermosos sentimientos. Y así las hemos ido dejándolo caer sobre los que nos siguen.

Razón tiene ese proverbio que cuenta que un viejo sabio dijo una vez “En la vida uno tiene que ver en cinco direcciones: Adelante, para saber a dónde vas; atrás, para saber de dónde viene; hacia abajo, para ver el suelo que pisamos y si hay algún obstáculo; a los costados, para ver quiénes te están apoyando; arriba, para tener siempre presente que hay alguien que te esta mirando”.

Y mucha razón también en los pueblos indígenas africanos cuando, siempre antes de tomar una decisión importante, se piden la opinión de sus mayores, los mismos que han sabido estudiar en la universidad de la vida.


sábado, 7 de septiembre de 2019

La vida deja huellas


Hoy parece que se nos invita a vivir sin “contaminarnos” por la realidad. O, mejor dicho, un poco a la carta, eligiendo sólo lo nos gusta. La aspiración es seguir joven toda la vida; a eso induce la publicidad más agresiva. Pues vaya, y yo que pensaba que lo natural era cada mañana tener un día más, dejar atrás la adolescencia, y conforme vas viviendo, ir dejando una huella en el mundo (desde muy pronto), y que el mundo también te vaya marcando. Pues resulta que no, que hoy lo natural es esa apariencia de perpetua frescura. ¡Vaya por Dios! Pues la verdad, paso. Prefiero empezar a vivir, cuanto antes mejor, para que llegue al final del camino con el cuerpo y el espíritu marcado. Aunque haya cicatrices.

El mundo idílico de algunos programas infantiles de televisión, con lenguaje dulce, conflictos risibles, lecciones tiernas… no es real. Un mundo Disney. Y no está mal empezar la vida asomándose al mundo de un modo amable. Pero luego hay que crecer, y al crecer, empezar a arriesgar, a comprometerse, a implicarse y complicarse la vida… porque todo lo que es importante te marca un poco, y a veces te hiere. Hay quien tiene tanto miedo a sufrir (léase “estar mal” a veces) que se pone la venda con mucha antelación, y no llega a vivir de realidad. Yo quiero ser capaz de vivir, arriesgar y a veces tropezar, gritar cuando haga falta, sufrir por los míos (y que los míos sean cada vez más). 

Que las heridas se curan. Y después de ellas, sobre todo de las más duras, algo queda. Queda el recuerdo de lo vivido. la lección aprendida, la sabiduría de quien ha llorado y sin embargo se ha salido adelante. Queda la fuerza de quien es capaz de comprometerse por causas loables. Queda la lección que se saca de los errores (propios y ajenos), la calma que da una cierta perspectiva, la humanidad de quien se siente frágil y por eso mismo acepta la fragilidad ajena, la alegría serena de quien ha estado triste alguna vez y la pena tranquila de quien ha reído mucho. La sencillez de quien sabe pedir perdón y perdonar. Todo eso ha de ser el horizonte de nuestras búsquedas. Obtener lecciones que nos ayuden a vivir.



domingo, 1 de septiembre de 2019

Estamos vivos

El milagro de la vida ocurre todos los días. Y cada día, al abrir los ojos lo contemplamos. Igual algunos de ellos  amanecemos con cataratas en los ojos y no nos damos cuenta. Pero el milagro está ahí: estamos vivos.

Y si ayer acabamos descontentos porque hubo acciones incorrectas, hoy tenemos el momento para cambiar la marcha. Aunque corramos riesgos. Solo así entendemos el milagro de la vida cuando dejamos que suceda lo inesperado. 

Quien presta atención a su día descubre el instante mágico. Puede estar escondido en la hora en que metemos la llave de la puerta por la mañana, en el instante de silencio después del almuerzo, en las mil y una cosas  que nos parecen iguales. Ese momento existe: un momento en el que toda la  fuerza de las estrellas pasa a través de nosotros y nos permite hacer milagros.

La felicidad, tema ampliamente tratado, existe. Igual, seguro por mi parte, no es un estado, sino momentos. Pero,  sea lo que sea, es fruto de  una conquista. El instante mágico del día nos ayuda a cambiar, nos hace ir en busca de nuestros sueños. Vamos a sufrir, vamos a tener momentos difíciles, vamos a afrontar muchas desilusiones... pero todo es pasajero, y no deja marcas. Y en el  futuro podemos mirar hacia atrás con orgullo y fe.


Pobre del que tiene miedo de correr riesgos; pobre porque quizá no se decepcione nunca, ni tenga desilusiones, ni sufra como los que persiguen un sueño. Pero al mirar hacia atrás -porque siempre llega el momento e mirar hacia atrás- oirá que el corazón le dice: ¿por qué enterraste el milagro de cada día en el fondo de una cueva?: porque tenías miedo de perderlo... Entonces, algún día descubrirás que has desperdiciado tu vida.


domingo, 25 de agosto de 2019

Estamos vivos


El milagro de la vida ocurre todos los días. Y cada día, al abrir los ojos lo contemplamos. Igual algunos de ellos  amanecemos con cataratas en los ojos y no nos damos cuenta. Pero el milagro está ahí: estamos vivos.

Y si ayer acabamos descontentos porque hubo acciones incorrectas, hoy tenemos el momento para cambiar la marcha. Aunque corramos riesgos. Solo así entendemos el milagro de la vida cuando dejamos que suceda lo inesperado. 

Quien presta atención a su día descubre el instante mágico. Puede estar escondido en la hora en que metemos la llave de la puerta por la mañana, en el instante de silencio después del almuerzo, en las mil y una cosas  que nos parecen iguales. Ese momento existe: un momento en el que toda la  fuerza de las estrellas pasa a través de nosotros y nos permite hacer milagros.

La felicidad, tema ampliamente tratado, existe. Igual, seguro por mi parte, no es un estado, sino momentos. Pero,  sea lo que sea, es fruto de  una conquista. El instante mágico del día nos ayuda a cambiar, nos hace ir en busca de nuestros sueños. Vamos a sufrir, vamos a tener momentos difíciles, vamos a afrontar muchas desilusiones... pero todo es pasajero, y no deja marcas. Y en el  futuro podemos mirar hacia atrás con orgullo y fe.

Pobre del que tiene miedo de correr riesgos; pobre porque quizá no se decepcione nunca, ni tenga desilusiones, ni sufra como los que persiguen un sueño. Pero al mirar hacia atrás -porque siempre llega el momento e mirar hacia atrás- oirá que el corazón le dice: ¿por qué enterraste el milagro de cada día en el fondo de una cueva?: porque tenías miedo de perderlo... Entonces, algún día descubrirás que has desperdiciado tu vida.