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miércoles, 16 de diciembre de 2020

Plegaria hebrea

Dice una antigua plegaria hebrea:

"Que tus despertares te despierten. Y que, al despertarte, el día que comienza te entusiasme. Y que jamás se transformen en rutinarios los rayos del sol que se filtran por tu ventana en cada nuevo amanecer.

Y que tengas la lucidez de concentrarte y de rescatar lo más positivo de cada persona que se cruza en tu camino.

Y que no te olvides de saborear la comida, detenidamente, aunque sólo sea pan y agua.

Y de encontrar algún momento en el día, aunque sea corto y breve, para elevar tu mirada hacia lo alto y agradecer por el milagro de la salud, ese misterio y fantástico equilibrio interno. Y que logres expresar el amor que sientes por tus seres queridos.

Y que tus abrazos abracen. Y que tus besos besen.

Y que los atardeceres no dejen de sorprenderte y que nunca dejes de maravillarte.

Y que llegues cansado y satisfecho al anochecer por la tarea realizada durante el día. Y que tu sueño sea calmo, reparador y sin sobresaltos.

Y que no confundas tu trabajo con la vida, ni tampoco el valor de las cosas con su precio. Y que no te creas más que nadie porque solo los ignorantes desconocen que no somos más que polvo y ceniza. 

Y que no te olvides, ni por un instante, que cada segundo de la vida es un regalo, un obsequio y que, si fuéramos realmente valientes, bailaríamos y cantaríamos de alegría al tomar conciencia de ello, como un pequeñísimo homenaje al misterio de la vida que nos abraza y nos bendice".





lunes, 30 de julio de 2018

Nuevo día


Ha llegado un día nuevo. Nuevo quiero que sea para sentir el gusto por las cosas pequeñas, para saber contemplar la belleza del sol, las nubes y el viento. En este nuevo día quiero mirar con esperanza lo que otros ven perdido.

Quiero soltar la mochila que llevo a la espalda y que no sirven para nada porque está hueca, vacía y con material inservible.

También quiero en este día saber agradecer las sonrisas y atenciones que me encuentro por el camino. Me gustaría también juntarme con otros que son conscientes de que tienen un pan para comer, un techo donde dormir, cuándo miles y millones de personas en el mundo no lo tienen. Quiero  -cómo no- saber agradecer el haber aprendido a trabajar y el estar trabajando.

Quiero que este nuevo amanecer tenga el mismo propósito de siempre, pero esta vez, cumpliéndolo, es decir: amar sin medida, sin condiciones, sin peros de por medio.




martes, 27 de marzo de 2018

Brindis


Desde pequeño cantar era su afición. Canción que escuchaba, canción que se quedaba cantando. Y en ocasiones no podía cantar la que quería y que en algún momento le venía a la memoria. Hoy, al celebrar el 12 cumpleaños de su hijo, recuerda como aquellos sones, al vivir también en un mundo de jardines obscenos y de sombras, siendo normal que esa realidad existente sonara en una u otra canción, también se consideraba normal tragarse lo que se sentía y no expresarlo.

Y pensó: Hay  cosas que cambian en nuestra realidad. Lo que su padre consideraba obsceno y mordaz, él lo consideraba normal pero le impedían realizarlo. Desde la ventana del tercer piso veía con gozo a su hijo disfrutar del cumpleaños con sus amigos. Se sentía más libre dando libertad. Eso sí, consciente que debía revisar actitudes paternalistas que pudieran darse en el. Y desde aquel ventanal levantó su copa y su grito de anhelo resonó en aquella pequeña extensión: que siempre goces de la libertad, hijo mío, y, como espíritu libre, hables y actúes de acuerdo a tu pensar y tu conciencia. Que nada ni nadie te lo impida, y que tú nunca te atrevas a cortar las alas de quien a tu lado esté.



domingo, 24 de diciembre de 2017

¿Felices?

Ya estamos en esos días en los que la frase que más se repite es ese “felices fiestas” que nos damos unos a otros, aun a sabiendas que felices, felices, lo que se dice felices no lo van a  ser. Porque basta que haya una persona en el mundo que no sea libre, para que haya que seguir luchado por la libertad.

El año pasado también nos lo dijimos, y el anterior, el anterior y el otro. Y resulta que este 18 lo hemos vivido de convulsión en convulsión desde el gran Trump hasta el aparente no sabía nada Puigdemonnt, pasando por el famoso cura francés

Y el canto de la realidad ha sido ese:  No al acuerdo de paz en Colombia, los refugiados muertos en el mediterráneo, los que huyendo de la guerra y el hambre no les deja Europa entrar lavándose las manos como Pilatos. Es el momento de sacar ahora a colación toda una serie de retahílas a cuál más preocupante. De ahí que nos tengamos que preguntar: la felicidad que nos deseamos estos días, dónde la podemos encontrar.

Pasar con una perspectiva de humanidad estos días exige una serie de actitudes personales y comunitarias que trascienden lo meramente intelectual y afectivo. Ello quiere decir que semejante propósito no se conseguirá de manera gratuita ni a cualquier precio. Más aún cuando existen unos intereses tan contrapuestos atizados por un egoísmo feroz y en muchos momentos salvaje. Me ha parecido oportuno, al hilo de todo ello, traer a colación la frase que hace ya más de un siglo dijo el poeta y dramaturgo inglés Alfred Tennyson “Nunca será tarde para buscar un mundo mejor y más nuevo, si en el empeño ponemos coraje y esperanza".

Conseguir un mundo parecido más a una familia que a un mercado especulador no nos por agotamiento ni nos llegarán muchas veces por sí solos, sino también a los que en otros muchos momentos nos vendrán dados por personas e instituciones, movidas por intereses poco claros, por no decir demasiado turbios. Existen situaciones en la vida que no se pueden afrontar de cualquier manera: exigen claridad de ideas, por una parte y voluntad firme y contundente, por otra.
Y, por último, algunas, si son muchas mejor, dosis de esperanza, en medio de una vida donde parece que todo da lo mismo o donde existe la impresión que ya no se puede hacer nada. Nunca te declares derrotado/a ti mismo/a; y, si otros lo creen, no lo asumas sin más y no ceses en el empeño de mantener viva la llama de que aún es posible que tú seas un poco mejor y, a partir de ello, también el mundo que te rodea.


Es por ello que, a pesar de todo, me sobran razones para desearte de corazón: ¡FELIZ AÑO!