Hay ocasiones en las que pienso que, como a todos, me gusta el silencio. Diría, más bien, que me gusta
escuchar el silencio. Cuando lo logro, me escondo en la oscuridad para
escucharle. Me habla, sobre todo, en el viento, con la brisa y el aire fresco. Unas
veces como un eco, otras silbándome y en la orilla del mar es como si unas brisas salpicaran mi cara y me manchasen con gotas de libertad y esperanza. Son el anuncio de la
proximidad de que mis sueños van camino de hacerse realidad.
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miércoles, 30 de agosto de 2017
jueves, 25 de mayo de 2017
A los pies de la cama
Estaba
durmiendo desnuda de la cintura para arriba. A su lado, en la mesa de noche, una
manzana mordida, una taza de café frío y una servilleta sucia. Sus ojos
entreabiertos como esperando algo. Al verme marchar los abrió y encontró una
foto que yo había dejado al pie de su cama. La foto de un desierto. Cerró los
ojos y dijo para sí misma: Al fin lo he confundido.
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