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sábado, 2 de noviembre de 2019

Nubarrones


Dicen que cuando hemos llegado al límite de nuestras fuerzas tanto físicas como mentales hay una luz que nos ilumina. “Dicen” porque nadie lo asegura a ciencia cierta. Solo cabe la esperanza de que así sea.

Pocas esperanzas parecen existir en el ambiente de cara a la posibilidad de ver horizontes nuevos, de cara a la realización del derecho de toda persona a vivir con un trabajo que le permita llegar a su casa con un pan bajo el brazo. Es una de las consecuencias más importantes de cada crisis: la desesperanza. De todas las crisis, las pasadas y las futuras.


"A las próximas generaciones podríamos dejarles demasiadas ruinas, desierto y basura. Dado que el estilo de vida actual es insostenible solo puede terminar en una catástrofe".
 Papa Francisco





lunes, 14 de mayo de 2018

Miedos...


Vamos a perder derechos y vamos a perder dignidad» hace muchos años lo escuché de boca del filósofo Javier de Lucas: “Viviremos con más miedo porque la mercancía política que más nos están vendiendo, con éxito, es precisamente la del miedo. Y como consecuencia del miedo, viviremos, por tanto, aceptando la reducción de derechos; empezando primero, por supuesto, por los que afectan a otros: inmigrantes, refugiados, minorías...”

He tenido la oportunidad de escuchar varias de sus conferencias y de leer artículos o entrevistas que se le han hecho. Y en todas ellas nunca se calla ante las injusticias que se multiplican y el miedo que se instala, con intención de quedarse, en el interior de nuestros hogares.

Ya no hace falta que nos lo diga él u otro similar. Aunque todo se haya pintado de nuevo, nos ha llegado lo que esperábamos: Tiempos malísimos, desde luego en Europa y, más en concreto, en España. Entre otras cosas porque “Quienes se están ahogando en el Mediterráneo, en Europa, no solo son los refugiados y los inmigrantes; también naufraga el Estado de Derecho”.

Frustra un poco que muchos que teníamos esperanza de que con Podemos íbamos a descubrir otra forma de hacer política no hemos visto en la praxis (como diría precisamente algún teórico de la formación morada) la plasmación de nuestras esperanzas.

Si la democracia es una organización social participando, nos quedan muchos universos que recorrer. Nos hemos quedado en una sociedad que nombra a unos tíos, mejor a su sigla para que  hagan un país mejor, pero donde ellos se quedan en  el sofá de casa viendo el capítulo nuevo de su serie favorita.