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martes, 9 de noviembre de 2021

No me importa que me llamen vieja

No me importa que me llamen vieja

si fui capaz de conquistar la meta,

ganándole batallas a la vida, 

sin rendirme nunca ante las penas...


No me importa que me llamen vieja

si tengo dentro tantas cosas bellas,

pues las arrugas y también las canas

no lo oculto, presumo de ellas.


No me importa que me llamen vieja.

Antes fui tallo de las ramas nuevas,

con mi savia todavía engendran.

Soy el tronco que les da las fuerzas.


¡No importa que me llamen vieja!

Ya vienen otros por la misma senda.

Mucho antes que ellos se lo piensen

sufrirán, como yo, las mismas penas.


No me importa que me llamen vieja

si tengo nietos que mi vida alegran.

Les doy la paz de mi vejez serena

cómo saben hacerlo las abuelas.


¡Feliz por haber llegado a vieja!

Ahora soy como las ramas secas

y caliento sus hogares con la llama

Del calor que les doy con mi presencia.




En referencia al señor amigo de mi abuelo, me acordé porque la semana pasada viendo el canal Canario (que en honor de la verdad no suelo verlo…). Estaba un señor que contaba historias que había oído en sus numerosos viajes, siempre de personas mayores y lo hacia a través de un libro gigantesco como un cuentacuentos, con un montaje muy bonito.


No voy alargarme más, pero dijo una frase que había escuchado en la India: "Cuando muere un anciano a se quema una biblioteca".


Quería decirlo, la importancia de escuchar a los mayores.







miércoles, 18 de marzo de 2020

Cuando llegha mi otoño

(recibido por "guasap")

Son las 7 de la tarde y con una taza de café en mano pienso y hablo solo pero... a ti te lo comunico así:

El tiempo tiene su manera especial para tomarnos desprevenidos al paso de los años. Me parece que apenas ayer era joven... Pero no. En cierta forma parece que fue hace mucho tiempo.

¿A dónde se fueron los años? Sé que los viví. Tengo visiones de cómo fueron y de todas mis esperanzas y sueños. Pero allí está.

Ya llegó el otoño de mi vida y casi me ha tomado por sorpresa. ¿Cómo llegué aquí a mis 60-70-80 años tan rápido...?  ¿A dónde se fueron los años de mi juventud...?

Recuerdo que pensaba que ese otoño estaba tan lejos que no podía imaginar cómo sería. Pero me llegó. Mis amigos están jubilados y se vuelven “canosos”... Como yo, se mueven más lento. Algunos están en mejor forma, otros peor que yo, pero en todos veo el cambio. Eran jóvenes y vibrantes como yo... Pero la edad empieza a sentirse y a notarse. Ahora somos aquellas personas mayores que nunca pensamos que seríamos algún día.

Tomar una siesta ya no sólo es algo agradable como era... Ahora es algo necesario y obligatorio. Porque si no lo hago por propia voluntad, simple y sencillamente me quedo dormido donde me encuentre sentado. Así he entrado en esta nueva etapa de mi vida... Casi sin preparación para sufrir dolores y achaques, y la pérdida de fuerza, agilidad y habilidad para ir y hacer las cosas que quisiera.

Pero lo que sí sé, es que este otoño se irá más rápido. ¡Entonces empezará otra aventura! Quizás habrá algún arrepentimiento por haber hecho cosas que hubiese querido no hacerlas, y por no haber  hecho cosas que sí debí hacer... Pero hay muchas más con las que estoy contento.

Si todavía no te ha llegado tu otoño, déjame recordarte que vendrá mucho más rápido de lo que piensas. Entonces, cualquier cosa que quieras lograr en tu vida hazla ahora, rápido. No lo pospongas por mucho tiempo. La vida se pasa pronto. Haz todo lo que puedas hoy, porque nunca estarás seguro si ya estás en tu otoño o no. Sólo dio sabe si podrás lograr vivir todas las estaciones. Así que vive el hoy y el ahora, y di ahora las cosas que quieres que tus seres queridos recuerden…

La vida es un regalo. Haz de este viaje algo único, agradable, fantástico para tí y para tus seres queridos, tus allegados y en general para los que te rodean.

Vive bien, goza tus días, haz cosas agradables, sé feliz y recuerda que la verdadera riqueza es la salud. No te preocupen tanto las monedas de oro y plata, o el dinero en el banco, ni las cosas materiales que cuando te vayas de este mundo no valdrán nada para ti.

Y recuerda que salir a la calle es bueno, pero regresar es mejor.  Si olvidas nombres, no importa. ¡A lo mejor esas personas olvidaron que te conocieron… Ten muy en cuenta que mucho, muchísimo de lo viejo fue bueno: Las viejas canciones, las películas clásicas, y lo mejor de todo, ¡tus amigos del alma!


domingo, 10 de febrero de 2019

Mañana, un nuevo día


Se ríe de las cosas que te escribo. Sin embargo conozco el paisaje desde donde situarme y tengo buenos amigos por esa zona. Sé que eso te interesa porque te gusta hacer preguntas. Dices que cambiarías tu nombre por la duda con lo cual siempre estarías buscando la verdad.

Mañana será un día nuevo y solo espero que llegue la noche para todos poder dormir. Aunque, de seguro, el día me despertara con la misma excusa de siempre. Le perdonaré, sí. Aunque se volverá a repetir. Solo deseo que pase el tiempo deprisa y llegue la vejez y que ya nada importe sólo lo que a solas en mi corazón sobreviva.



viernes, 6 de julio de 2018

Tercera edad


Hace unas pocas semanas que me he jubilado. Y -!cosa curiosa! Mi móvil casi que no suena. Nadie me llama porque no me necesita. Primera cosas aprender: saber desaparecer. Es como el río por donde antes pasaba mucha agua y ahora está medio seco.

Miles y miles de personas viven así. Ya no son necesarios. El problema es cuando no se tiene compañía y se estás solo. Se calcula que en España uno de cada cuatro jubilados vive en esta situación.

Es aprender a vivir la psicología de desaparecer. Cuántas personas hay que no existen ya en la sociedad aunque estén vivas, a las que nadie pide nada porque ya no ocupan labores públicas. Cuántas veces recuerdo y recito aquello de “cuán raro es dar gracias al arroyo seco”. Pasó mucha agua por él, pero hoy ya no corre ni una gota.

Miles y miles de personas viven en la soledad (una de cada cuatro jubilados), sin compañía, experimentando esa falta, de apoyo. Por otra parte ser jubilado va parejo a estar más cerca de la condición de anciano. Lo cual  va unido a debilidad de memoria, de fuerzas.

A diferencia de muchas comunidades y tribus africanas, donde el anciano tiene un puesto de honor dado que siempre se recurre al mismo para pedir punto de vista y orientación ante cualquier acción nueva a emprender, en nuestras sociedades se prescinde del anciano arrinconándole en la soledad. Así y todo a mí ni ganas de que me llamen del trabajo para una u otra cosa. Que se las arreglen los que me han sucedido como yo hice a su vez. Nadie es imprescindible y todas las empresas y acciones siguen su rumbo cuando desaparece el que hasta el momento era el responsable. Y el que lo dude que vaya al cementerio: está lleno de gente imprescindible.

Además, en una sociedad llena de ruidos, tarde o temprano, viene bien el silencio. Para  vivir la sencillez y la debilidad. Para darme cuenta de que lo pequeño, lo sencillo y lo humilde son valores que todavía se necesitan en esta sociedad tan complicada, donde cada uno va a  lo suyo. Es, digamos, el de la jubilación un momento también para dar el valor a cada cosa, para recordar el pasado con gratitud y vivir el futuro con esperanza, viviendo con alegría la nueva vitalidad que traen los jóvenes. Es la naturaleza: hay una primavera donde brota la vida y un otoño en el que se recogen sus frutos. Y ha comenzado el otoño de mi vida.




jueves, 25 de enero de 2018

Neil Diamond.

Releo con cierta tristeza la noticia del pasado lunes que hablaba de la retirada de los escenarios de Neil Diamond. ¿Os acordáis de aquel de aquella “Sweet Carolina” o la inolvidable “Song, Sung Blue” -por citar sólo dos de una lista casi interminable de maravillosas canciones-?

La razón es, al parecer, el reciente diagnóstico de Parkinson que padece el cantante y compositor norteamericano, de 76 años. Debido a ello, ha decidido suspender los conciertos programados para el próximo marzo, que deberían haber tenido lugar en Australia y Nueva Zelanda.

Una pena digo para los que tenemos los años suficientes y hemos disfrutado -y tarareado infinidad de veces- sus canciones. Pero los años no nos pasan en balde. Ni siquiera a los grandes, por mucho talento que atesoren.

El secreto está en saber cuándo y cómo renunciar; cuándo aceptar que el declive inevitable es parte también de la vida. Si la vida está llena de renuncias, llega un momento en que esas renuncias se tornan cada vez más frecuentes. Es quizás -la de aprender a renunciar- la penúltima lección pendiente.

El propio Neil Diamond comunicaba también en esa nota hecha pública que su despedida de los escenarios no significaba que abandonara sus otras aficiones -seguir componiendo y grabando discos-. Y eso es, al final, lo que cuenta en esta historia: “seguir”, no detenerse a añorar lo que se pierde, sino disfrutar de lo que aún se tiene.

Pudiera parecer que todo lo que se diga no dejan de ser tópicos y buenismos de autoconsuelo. Quizás lo sean, pero no deja de ser verdad que. Si algo te enseña el paso de los años, es que cada minuto de nuestra vida es irrepetible y hay que exprimirlos como merece.


Pd/ No hace ni dos semanas, otro gigante de la música notificaba también su intención de abandonar los escenarios. George Harrison, uno de los mejores guitarras de la historia del Rock, contaba que también el Parkinson le complicaba rendir como quería en los conciertos, a lo que había que añadir una incipiente sordera en su oído izquierdo.