Hace unas pocas semanas que
me he jubilado. Y -!cosa curiosa! Mi móvil casi que no suena. Nadie me llama
porque no me necesita. Primera cosas aprender: saber desaparecer. Es como el
río por donde antes pasaba mucha agua y ahora está medio seco.
Miles y miles de personas
viven así. Ya no son necesarios. El problema es cuando no se tiene compañía y
se estás solo. Se calcula que en España uno de cada cuatro jubilados vive en
esta situación.
Es aprender a vivir la
psicología de desaparecer. Cuántas personas hay que no existen ya en la
sociedad aunque estén vivas, a las que nadie pide nada porque ya no ocupan
labores públicas. Cuántas veces recuerdo y recito aquello de “cuán raro es dar
gracias al arroyo seco”. Pasó mucha agua por él, pero hoy ya no corre ni una
gota.
Miles y miles de personas
viven en la soledad (una de cada cuatro jubilados), sin compañía,
experimentando esa falta, de apoyo. Por otra parte ser jubilado va parejo a
estar más cerca de la condición de anciano. Lo cual va unido a debilidad de memoria, de fuerzas.
A diferencia de muchas
comunidades y tribus africanas, donde el anciano tiene un puesto de honor dado
que siempre se recurre al mismo para pedir punto de vista y orientación ante
cualquier acción nueva a emprender, en nuestras sociedades se prescinde del
anciano arrinconándole en la soledad. Así y todo a mí ni ganas de que me llamen
del trabajo para una u otra cosa. Que se las arreglen los que me han sucedido
como yo hice a su vez. Nadie es imprescindible y todas las empresas y acciones
siguen su rumbo cuando desaparece el que hasta el momento era el responsable. Y
el que lo dude que vaya al cementerio: está lleno de gente imprescindible.
Además, en una sociedad llena
de ruidos, tarde o temprano, viene bien el silencio. Para vivir la sencillez y la debilidad. Para darme
cuenta de que lo pequeño, lo sencillo y lo humilde son valores que todavía se
necesitan en esta sociedad tan complicada, donde cada uno va a lo suyo. Es, digamos, el de la jubilación un
momento también para dar el valor a cada cosa, para recordar el pasado con
gratitud y vivir el futuro con esperanza, viviendo con alegría la nueva
vitalidad que traen los jóvenes. Es la naturaleza: hay una primavera donde
brota la vida y un otoño en el que se recogen sus frutos. Y ha comenzado el
otoño de mi vida.
Me identifiqué con la nota y me gustó ya que estoy jubilada hace diez años y trato de disfrutar este tiempo despues de años de trabajo. Mis hijos viven cerca y tambien disfruto de su compania y de Blogueros Mayores, facebook etc.Gracias
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