miércoles, 4 de julio de 2018

Trabajo sucio

Nadie puede decir que les ha cogido de sorpresa. Especialmente los que le votaron para poner en sus manos la vara de poder como símbolo de servicio al pueblo, que ellos interpretan como la autoridad de dividir a la gente entre superiores e inferiores. De esa forma quedan legitimados para hacer desaparecer de su lado a todos aquellos a los que definen como basura.

Todo el mundo en Italia, y fuera de ella conocemos como se las gasta la Liga Norte de Italia. Racistas hasta la médula y primos hermanos del loquinario de Hitler. Sí, ese que inventó los campos de exterminio y las cámaras de gas.

La lista de agresiones de este grupo de racistas sería interminable. Por no ir demasiado lejos, hace cinco años, el vicepresidente del Senado italiano, y miembro de la ultraderechista Liga Norte, Roberto Calderoli, comparó a la ministra Cecile Kyenge, por ser negra, con un mono: "Cuando veo las imágenes de Kyenge no puedo dejar de pensar, aunque no digo que lo sea, en las facciones de orangután".

Hace diez años el que  era alcalde de Treviso, dijo en un mitin, ante miles de personas, que "hay que eliminar —¿quiere decir asesinar?— a los niños gitanos". Presumía de haber destruido dos campamentos de gitanos y se jactaba pregonando que en su ciudad: "¡Ya no quedan gitanos!”.

Y hoy el artista de la película es el actual ministro de Interior del gobierno; el mismo que en su anterior cargo político se propuso tomar las huellas dactilares de los niños gitanos, tal como se hizo en la Alemania nazi en los años de la preguerra mundial.  Este acto racista, y todos los demás, lo conocía el pueblo italiano antes de votarles. No solo por lo que han hecho y hacen sino porque ellos mismos lo reconocen. Un pueblo que vive orgulloso de su Papa Francisco y al tiempo se alían con aquellos que de fraternidad mundial no quieren saber nada de nada. Es más fácil vivir es una falsa ignorancia.





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