Cables, enchufes, mangueritas pequeñas, conos de plástico, pinzas nasales... Pretenden descubrir tu ventilación pulmonar, todo ello conectando tu síntoma vital, cual es la respiración, con las nuevas tecnologías.
La máquina iba corrigiendo tu forma de respirar indicándote que tomaras aire por la nariz y lo soltaras por la boca. Y con tu historia a las espaldas acumulada en la edad, ahora veías como la pantalla del ordenador se encogía cuando tú inspirabas, al tiempo que se hacía más amplia mientras jugabas a la bolera al soltar el aire, adivinando así tus índices pulmonares.
Una muestra más de que todo, en esta vida, está perfectamente unido y sincronizado. Al igual que todos los que ahora estén leyendo el Quijote, desde la cárcel hasta los médicos que puedan estar distrayéndose en sus ratos libres, pasando por los niños desde sus libros de texto online, funciona la sincronización. Algo así como el gran cielo de la poesía o -mejor dicho- en la tierra o mundo de la poesía, que relatando todo el contorno universal, sabe también escuchar el canto de un ruiseñor. Una muestra, pues, de que desde cualquier punto estamos organizados en la unidad del todo.
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