No es obligatorio, pero al parecer, el paso del tiempo endurece el corazón. Pareciera que el cúmulo de experiencias nos volviera indiferentes al dolor ajeno, a la generalización de esas desgracias que, por comunes, ya nos pasan desapercibidas cuando la televisión repite las imágenes.
Y así, "sin querer queriendo", dejamos que se filtre por las rendijas del alma el hollín de la corrupción, de la injusticia, de los despilfarros, de la falta de solidaridad... El mundo, que ingenuamente creemos cada vez más grande y cercano, se desvela pequeño, pobre y ramplón.
Detectado el problema, urge una solución.
Siempre haremos oídos sordos, ojos ciegos...nuestra capacidad de olvidar es muy selectiva y corta, muy corta
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