A los pocos minutos de comenzar su conferencia en la víspera
del Día Internacional de la mujer trabajadora dijo: “De impertinente e
irreverente podríamos catalogar al feminismo pues pretende conquistar los
mismos derechos y oportunidades que tenemos los hombres. Tendrían que acabar
con esas actitudes masculinizadas, que son totalmente opuestas al ser y el
universo femenino. Reivindicar esa forma de ser y estar en el mundo con una visión
de igualdad entre los dos sexos ¿cuánto tiempo lleva ya produciéndose en el
mundo? Mucho tiempo. ¿Y que se ha conseguido? Que el feminismo haya entrado
donde le pertenece, es decir en los libros de historia”.
Cuando mi amiga, Saro, escuchó estas expresiones algo se le
revolvió en las entrañas que le hizo ponerse de pie. Y levantando las manos
para pedir la palabra se colocó de frente al público y dándole,
conscientemente, la espalda al conferenciante dijo: "Esto que acabamos de
escuchar me recuerda a aquel juez que a finales del año pasado dijo que las
madres solteras eran unas putas". Los
aplausos estallaron en la sala. "Nosotras lo que necesitamos son gestos para
mejorar nuestras condiciones en la sociedad y visibilizar nuestra presencia en
todos los ámbitos en los que estemos, o debamos estar, presentes".
Hace tiempo, con el esfuerzo y tesón de quienes nos han
precedido hemos recibido enseñanzas y ejemplos de vida para ser mujeres con
pensamiento libre y decidir sobre nuestras vidas sin más presión que la
inducida por una conciencia impregnada de buena voluntad hacia todas las
personas que encontráramos en el camino de vida.
No era fácil ir en contra de las costumbres establecidas. Hemos
estudiado y respetamos todo tipo de relaciones afectivas siempre y cuando
fueran elegidas libremente y no dañaran a nadie. Hemos crecido en los mares de
la libertad de pensamiento. Y seguiremos luchando por ello.
Las mujeres sufren mucha desigualdad desde el principio de
los tiempos, pero los hombres también. Todas y todos somos víctimas de esos
seres que olvidan su intrínseca humanidad y aprisionan a los demás bajo la
dictadura de la manipulación y el abuso.
Por último, aprovecho para decir que la infancia marca mucho
y, según la vivamos, condicionará nuestra evolución como seres humanos y
nuestra convivencia social. Por tanto, a cuidar la educación infantil.
Siga Ud., pues, Sr. Conferenciante, dijo, volviéndose hacia atrás ante las risas y aplausos del público asistente, pues el susodicho había ya cerrado su maletín y levantándose de la mesa salió por la puerta de atrás ante el silencio colectivo del público que no le prestó atención pues escuchaban a Saro, la cual, volviéndose al público existente, gritó: "Nos queda mucho por hacer, compañeras".
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