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domingo, 26 de diciembre de 2021

Un acontecimiento al que estamos acostumbrados a diario: una mujer dando a luz una nueva vida.

Una fiesta como todas, en realidad: comer, beber, estar juntos. Música.


La costumbre de regalar a otros, como reconocimiento de los afectos, del cariño…



Y, sin embargo, hay que hace a estos días especiales -en algún lugar he leído que revolucionarios. Porque ese parto de esa mujer lo cambió todo. Y porque, en realidad, lo de menos es comer y beber, lo demás es estar juntos y poder demostrar ese efecto mágico que nos deja en el alma, esa sensación de unión, liberara con la música de esos villancicos, que pasan de generación en generación.


Sí, es cierto que algunas costumbres cambian, incluso algunas se pierden. Pero ha ocurrido siempre. Surgen otras nuevas -ni mejores ni peores: distintas-.


De lo que tenemos que ser conscientes es de que son fiestas cargadas de simbolismo, con el mismo amor (no le tengamos pudor a la palabra) de siempre.






viernes, 3 de enero de 2020

Música y fiesta en El Palmeral

Estaban empapados. Desde comienzos de diciembre, con las fiestas de los pueblos grandes hasta las navidades, las tardes de la residencia El Palmeral se convertía en la celebración de las tradiciones festivas de aquellos mayores y en su actualización de las corrientes actuales de tipo musical,

Todas las tardes de diciembre músicas de todos los colores primando aquellas que nos han acompañado durante todas nuestras vidas. Rondallas, agrupaciones musicales, parrandas, solistas, conjuntos musicales de barrios de la ciudad, han sido los maestros que colaboraron en el crecimiento interior de las personas mayores que viven en la residencia El Palmeral.

Palmadas bailes aplausos canciones era la colaboraron activa de los residentes. Mas el concierto que ponía fin al año 2019 en la residencia El Palmeral llegó el último día con la música del Trio Minué. Y la verdad, no se podía haber pensado en otra mejor. Solo era la música la que se oía que salía del hueco del pequeño parque.

El equipo animador de nuestra residencia sabe perfectamente que todo tipo de música clásica instrumental es un medio ideal para expresar emociones y despertarlos y esto es justamente lo que se quería hacer con el Trío Minuette: revivir lo ya vivido por los mayores de estas residencias y sembrar nuevas inquietudes.

Y nuestra enhorabuena a los músicos (15 ,14 y 10 años) que con su violín, violonchelo y piano son y serán ya parte básica en la vida de El Palmeral.



viernes, 14 de diciembre de 2018

Navidad en el Palmeral


Aquí llegan los dulces recuerdos de aquella viejita que me crío y tanto adoré. Ahora estoy escuchando como ella me cantaba al oído: “Llegó Navidad. Navidad está aquí”. Tanto se me grabó que cuando estoy triste y melancólico su "llegó Navidad" me ahoga la tristeza y vuelvo a vivir y, cuando me despisto, Yessica con su manguera de agua fría me lo recuerda cada mañana. Y cuando ella no está, ya se encarga Ilenia de esa tarea.

Mamá no puedo con ella. Mamá no puedo con ella. Mientras, las chicas de la residencia acompañan a unos y otros para que nadie se olvide de que hay que seguir haciendo un esfuerzo para ser buenas personas. Jenny y Magnolia cantan que lo juran por Dios qué seguirán cantando cada día, aunque solo sea el cha-cha-chá.

“Quién será quién me quiera a mí…” cantan Judith y María, la enfermera, ya que a ellas hacen lo que hacen porque lo que les importa es que somos nosotros los que aquí nos beneficiamos de su trabajo.

Y es que somos costeros aunque estemos en el Palmeral, en lo alto de la ciudad, gritan Candelaria, Dina a la vez que Marta que no para de caminar.

Al mismo tiempo nos sacan a bailar pregonando: viva la fiesta, a la cual ya se han unido con su tono marchoso, a la vez que lo hacen Alexandra y Zuleima que reparten a un tiempo yogures y fruta, llenas de contento que lo expresan cantando Alegría, alegría y placer que desde que lleguen a nuestro belén del Palmeral no le va a pasar, como aquella vez que nadie los quiso hospedar.

Tienes a alguien que avisa: ha llegado la magia. Y don Margarita, Fanny y Gloria que con Miguel repiquetean: “Pampanitos verdes , hojas de limón,  la Virgen María Madre del Señor. Ya vienen los Reyes por el palmeral…” y aquí tenemos el aguinaldo para repartir junio a Nora y Yays.

Magnolia no para y me levanta del sillón al sonido suave de la guitarra que canta “Sin tu amor yo voy a enloquecer”…






miércoles, 14 de febrero de 2018

Un día desordenado


El agua cae con fuerza. La ciudad se despereza. Calles que parecen barrizales. Otras que se asemejan a barrancos. La gente va abriendo los ojos. Es domingo y aún están en la cama. El sonido de la lluvia cayendo en las ventanas de sus cuartos les despierta. Acostumbrados a pequeños jaboncillos en la ducha, el gel en forma de lluvia les sorprende. Falta teníamos. Casi que ni se notaba el invierno.  Busco el paraguas por todas partes y no lo encuentro. Hace tanto que no lo uso que no sé dónde lo he puesto. ¿Cuánto tiempo durará?

El trayecto desde la casa de mi hijo fue lo suficiente. Ha vuelto a llover, pero no tan intensamente como en aquel momento. No te imaginas varios días lloviendo en la isla de esa forma. ¿Cómo sería? ¿Cuántos apuros pasaríamos? La gente corre bajo el paragüas, parece que hablan, se les nota en sus facciones como cuando se gritan. El agua lo empapa todo también los diálogos. Y las zapatillas que compré en las rebajas, ahora sí que se han rebajado. Igual sirven para ponerlas en un cuadro como recuerdo de un día de lluvia en nuestra ciudad. En la cocina hemos encendido el horno, y por las calles ves a gente que, como nosotros, disfrutan del aguacero (¿por qué decimos “agua cero” cuando llueve mucho?).

Dejamos a gente de la familia en casa, también a los que han venido de otras latitudes a celebrar el primer mes del año. Todas las cosas quedaron a medias por ver la gran lengua, que en forma de corriente de agua (o viceversa mejor, la gran corriente de agua que en forma de linterna…) corría por las calles cercanas. Y volvieron a sentarse en la mesa. Es cuando recuerdo que el becerrito se quedó con un pequeño cubo de agua no más, y que el de la vaca recién parida aún no se le ha llevado. Me levanto, tomo los utensilios y me voy a la parte trasera de la casa. Subo la vieja escalera en espiral que lleva al pajar. En la esquina de un escalón un viejo balde recoge goterones que caen del techo y llegando a la azotea percibo el bullerío festivo que hay montado en la calle. Todo el personal se ha juntado como ramas de un árbol llevadas por el viento para celebrar un día sin puntos ni comas. Bajo corriendo, aviso al personal que estaba ya en la mesa preparado para comer y se unen a la fiesta popular. ¿Un día desordenado? ¿Por qué?