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miércoles, 31 de marzo de 2021

Problemas pendientes

Este año de Covid ha sido un año perdido para todos. Para muchos la vida, para todos las esperanzas, para demasiados la oportunidad de seguir los senderos iniciados. Pero además de ser un año al ralentí, todos los problemas, todas las cuestiones pendientes de resolver siguen ahí. Con un agravante, hemos girado la vista y, con ello, olvidado su existencia. Pero siguen ahí, sumidos en un limbo nebuloso que les hace invisibles.

El tiempo pasa. Y lo hace inapelablemente, perpetuando situaciones injustas que podrían resolverse si quienes tienen el poder de solucionarlas se pusieran a ello. Pero el Covid es también una disculpa, la disculpa perfecta para no tener que comprometerse. Mantener las cosas como están es siempre más cómo.


Por ejemplo, ¿recordáis que ahí sigue Guantánamo?



 

martes, 12 de mayo de 2020

Ilegales

Da igual que sean tiempos de coronavirus no. Si me apuras la situación ha empeorado porque no es un tema que ahora se debata en ningún foro oficial, ya sea político, social o de otro tipo. Pero no por ignorado deja de existir. Me refiero a los llamados “emigrantes ilegales”.

Y sin embargo, sabido es que la ONU ha recomendado -según he leído- la de adhesión de los países a la Convención Internacional sobre trabajadores migrantes. Menuda sorpresa me he llevado al descubrir que los países que componemos la Unión Europea ninguno la hemos firmado. Nosotros, los defensores de los derechos humanos, los paladines de las libertades, los que exigimos respeto a los derechos humanos a los países pobres. Para empezar el tema, es algo muy curioso.

De todos los que migran, los que no tienen papeles son también los que menos derechos tienen. Lo peor es que se les llaman personas ilegales. Sí, se les conoce en el lenguaje oficial como inmigrantes ilegales. Y yo, que me creía que todas las personas, sean cuales fuesen, somos legales. Pues eso significa que para ellos no sirve el derecho ni la justicia, porque si estas cosas están para las personas, y esta clase de inmigrantes son ilegales, la consecuencia del silogismo está clara. ¿Me estoy enrollando? Es posible, pero este lenguaje oficial hay que revisarlo. Todos los seres humanos somos iguales en dignidad, por tanto todos legales. Y la Convención de referencia habla de ello: que todas las personas, estén o no en situación regular, tienen derechos. Ya que, como se nos ha repetido hasta la saciedad, los Derechos Humanos son universales, indivisibles, interdependientes e irrenunciables.

Así pues, si este blog sirviera al menos para tomar conciencia de algunas cosas, me uno desde aquí a la reclamación de que pronto España y demás de la Unión Europea firmen la Convención Internacional citada y así pongamos en práctica los Derechos Humanos de los que nos confesamos creyentes.


jueves, 16 de mayo de 2019

Retos pendientes


"No pienso casarme porque lo mucho que consiga con mi trabajo y mis estudios quiero que sean valorados desde mi persona y no se me atribuyan méritos por ser la esposa de...”.

Esta no deja de ser una expresión difícil de leer o escuchar en cualquier testimonio de mujer hace no demasiados años Han tenido que pasar unos cuantos -o que caiga la nieve en las montañas canarias- para que la mujer sea considerada persona y, como tal, en igualdad de condiciones con el hombre. Tal es así que, aún en la práctica, la plasmación de esa equidad a todos los niveles deja mucho que desear. Y así nos lo ponen de manifiesto ellas en momentos y fechas oportunas

Pese a ello, haberlas haylas que prefieren conservar a su marido aguantando su idolatría por la que esconde su perfil machista. Y aún reconociendo este realidad, muchas han sido las mujeres que a lo largo de los tiempos han defendido esta igualdad. Desde Virginia Wolf escritora (“No hay barrera ni cerrojo qué se le puedan imponer a la mente”), hasta Gabriela Mistral, poeta que incluso fue invitada por el gobierno mexicano a colaborar en el cambio del proyecto educativo, hasta Bertha Von Suttner primera mujer ganadora del Premio Nobel de la paz en el año 1905. Todas ellas han impulsado  que la igualdad sea una realidad efectiva a todos los niveles. Y la lucha sigue pues aún quedan muchos mitos por derribar y muchos prejuicios por destruir




martes, 4 de diciembre de 2018

La espada del duque


Y el duque desenvainó la espada…, la izó por encima de su cabeza, dejando que el sol de medio día deslumbrara los ojos de los presentes con un reflejo en su filo.

En la gran plaza la gente contuvo la respiración, expectante, ansiosa -incluso angustiada-. De la decisión del duque pendía el futuro del reino. Avanzó hasta el pórtico de la catedral, espada en mano. Su rostro inexpresivo no dejaba entrever su decisión. Reclamó junto a él la presencia de sus condes vasallos, que solemnemente se fueron colocando a su izquierda y a su derecha.

Por fin dio un paso adelante. Las espuelas de sus botas rechinaron sobre la vieja piedra de las escaleras. De nuevo sostuvo la espada en sus manos -la pesada espada-; de nuevo el silencio absoluto de los congregados…

Hincó una rodilla y tomó la espada con las dos manos cual si de una cruz se tratara.  Su voz grave y severa resonó por los cuatro costados:

- Juro ante Dios y los aquí presentes defender las libertades y la vida de mis súbditos ante cualquier peligro y amenaza. Juro velar por su sustento, proteger sus cuerpos y sus almas ahora y hasta que la última gota de mi sangre me lo permita.

Un vítore unánime y sincero se escuchó retumbar en cada calle de la noble ciudad amurallada. No sería esta vez el rey quien se saliera con la suya, imponiendo los impuestos abusivos que tenía previsto. Ni podría reclutar a su antojo nuevas glebas con las que reclutar jóvenes que nutrieran sus mesnadas para alguna guerra lejana “a mayor gloria del rey”.


Esta vez el duque había entendido las necesidades de su pueblo y estaba dispuesto a enfrentarse al rey defendiendo los fueros de su gente.



martes, 13 de noviembre de 2018

400 bombas


Ya no se enviarán las 400 bombas que España tenía preparada para Arabia Saudí. Pero solo el hecho de plantearlo por parte de un gobierno socialista es motivo de preocupación.

¿Quién garantizaba que aquellas bombas inteligente no fueran hacer diana en una indefensa población?

Solo plantearse esa posibilidad es mantener públicamente que nuestros intereses personales están por encima del derecho de otros a cosas tan importantes y fundamentales como es la mismísima vida.

Y lo que es absurdo es plantearnos que, como aún necesitamos la creación de empleo, nos viene bien esos ingresos. Mi pan, mi contrato de trabajo no puede serlo a cualquier precio. En este caso, incluso el precio de la vida y el dolor ajeno. No sería un trabajo ético el logrado con ese dinero. Hemos de ser conscientes de qué mundo estamos ayudando  a construir, como también lo es que cada país tomé conciencia de que somos una gran comunidad humana y nuestros beneficios nunca deberán ser a costa de la vida de otros.

El derecho al trabajo no se puede conseguir a costa del dolor y la muerte de otro.

Afortunadamente  las bombas no se vendieron pero ahí están.