Ya no se enviarán las 400
bombas que España tenía preparada para Arabia Saudí. Pero solo el hecho de
plantearlo por parte de un gobierno socialista es motivo de preocupación.
¿Quién garantizaba que
aquellas bombas inteligente no fueran hacer diana en una indefensa población?
Solo plantearse esa
posibilidad es mantener públicamente que nuestros intereses personales están
por encima del derecho de otros a cosas tan importantes y fundamentales como es
la mismísima vida.
Y lo que es absurdo es
plantearnos que, como aún necesitamos la creación de empleo, nos viene bien
esos ingresos. Mi pan, mi contrato de trabajo no puede serlo a cualquier
precio. En este caso, incluso el precio de la vida y el dolor ajeno. No sería
un trabajo ético el logrado con ese dinero. Hemos de ser conscientes de qué
mundo estamos ayudando a construir, como
también lo es que cada país tomé conciencia de que somos una gran comunidad
humana y nuestros beneficios nunca deberán ser a costa de la vida de otros.
El derecho al trabajo no se puede conseguir a costa del dolor y la muerte de otro.
Afortunadamente las bombas no se vendieron pero ahí están.
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