Sólo había pasado una semana
desde el comienzo del curso en la universidad. No sé si existe la casualidad.
Tampoco sé por qué me senté en una fila delante de ella. Lo que sí sé es porque
empezamos a tener una relación más personal e íntima. Y todo fue porque soy un
culo-inquieto de los que no deja pasar las ocasiones que el presente le pueda
brindar.
Volviendo la cabeza hacia la fila de atrás fila de atrás le
comenté:
- Se me ha caído una goma de
borrar y creo que ha ido a parar debajo de tu silla.
- Sobre la marcha -dijo ella.
Habían más personas en la
sala cerca de nuestras mesas que ayudaban en la tarea, pero la goma no apareció.
En ese intervalo yo había ido al baño. Y saqué del interior de mi bolsillo el
material que necesitaba para una sobredosis de café, de cigarrillos, de bebidas
de Savia y otras similares que no son de hacer propaganda en este lugar…
A la salida de clase, se notó
que había sido impulso de los dos esperarnos
el uno al otro.
- Siento no haber encontrado
tu goma.
- Imposible que la
encontrarás. La tenía yo en el bolsillo -le contesté, enseñándosela.
Ni se enfadó ni se molesto.
Solo le escuché:
- Vamos, te acompaño a tu
casa. ¿vives solo?
- Ese es el problema. Porque
no respondo de mí.
- Un defecto lo tiene
cualquiera y para eso está el perdón
Y agarrándose de mi cadera,
me dice le cante una canción y sin pensarlo me salió:
"Tenía tanto que darte
Tantas cosas que contarte
Tenía tanto amor guardado
para ti...".
Y seguí con otra:
“Soldadito marinero conociste
a una sirena
de esas que dicen te quiero
si ven la cartera llena
Escogiste a la más guapa y a
la menos buena
Sin saber como ha venido te
ha cogido la tormenta…
Él quería cruzar los mares y
olvidar a su sirena
la verdad, no fue difícil
cuando conoció a Mariela
que tenía los ojos verdes y
un negocio entre las piernas
hay que ver que puntería, no
te arrimas a una buena".
Todo continuó realizándose
con normalidad aunque todo fue indescriptible. Y ya al terminar mientras me
lavaba los dientes en el baño y ella se intentaba sentar en la vasija del mismo,
me pregunta:
- ¿Tienes novia? -Moviendo
los dedos se señaló que muchas. ¿Cuantas?
- Cuatro
- ¿Viven aquí contigo?
- No, cada una en su casa
Y así comenzó la historia en
la que todos los días se quedaba la cama por hacer, la casa por barrer, la ropa
por lavar la plancha sin planchar, la nevera triste, el bonsai sin regar, la
ropa en la silla y los cacharros en la encimera y que se sientan todos los
faros inferiores, se quemen todos los fuegos, se llevan todas las aguas, que
todos los amantes...
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