Enamorarme de mí mismo fue el
primer paso para comenzar a vivir la vida despierto.
Muchas veces al levantarme me
miraba en el espejo que descansa en una esquina de mi habitación y solo veía a
hombre pequeño, narigudo fracasado, anímicamente débil.
Estaba practicando una falsa
autoestima. Confundía amor propio con competitividad vanidosa. Saliera ganando
o perdiendo, aquello no tenía nada que ver con la autoestima. Pasado el efecto
del primer chute salía siempre perdiendo. Era como una necesidad de sentirme
siempre superior.
Ahora me siento en paz
conmigo. El mismo cuerpo, la misma persona pero si sentirme me suficiente.
La receta para llegar a eso
fue aceptarme como soy. Aunque sienta que tengo cosas que mejorar, me acepto
como soy. Ni mejor ni peor.
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