Como a casi todos a él
también. Era consciente de que se había enamorado. Justo en aquellos días había
participado en un curso de psicología pro activa, donde el punto de insistencia
había sido el centrarnos en el momento presente. Aquel día, cuando se dio
cuenta de su enamoramiento, pensó que estaba comprometiendo su futuro.
Por la noche en su cama,
mirando el azul del cielo que le entraba por su ventana abierta, reflexionaba: ¿vivir
el presente? Claro. No voy a dejarlo, al contrario. El presente sirve para construir el futuro, hoy de
repente me he visto crecer, en mí no hay ningún tipo de desaliento. Pase lo que
pase sigo soñando. En mí van creciendo nudos en el corazón que sí, que me atan
a una persona, pero al mismo tiempo y con una fuerte intensidad, me hacen más
libre. Comienzo a amar en concreto y, sintiéndome contento, pido a la vida que
en mi mesa nunca falten margaritas.
Hay quienes se extrañan
porque, siendo yo tan organizado, de repente me comprometa con algo
desconocido. Y es que a veces la vida improvisa, te desordena y te desborda los
programas.
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