“La Justicia es lenta, pero
inexorable” se dice una y otra vez. “Cuando la máquina de la Justicia se pone
en marcha su acción ya es inexorable” repiten. Pero -a la vista está- esa
lentitud es relativa. En el caso del impuesto de Transmisiones Patrimoniales
sobre las hipotecas bancarias queda demostrado otro principio: “Con las cosas
de comer no se juega”… siempre que quien coma sea la banca.
El impuesto de Transmisiones
Patrimoniales es un impuesto transferido a las Comunidades Autónomas; el sujeto
pasivo propietario del bien hipotecado y el banco que concede el crédito, el
intermediario entre el recaudador y el pagador de ese impuesto. Todo claro.
El impuesto establece que debe
pagarlo quien se beneficia del establecimiento de esta hipoteca. Y ese es el
quid de la cuestión. La hipoteca crea y otorga al banco un nuevo derecho desde
el momento que se establece: en caso de impago puede ejercitar una serie de
acciones muy diferentes a las que podía ejercer en caso un simple impago entre
particulares.
¿Por qué entonces hasta ahora
nadie había movido un dedo para cambiar la interpretación de la ley?
No es así. Las asociaciones
de consumidores, ciertos ayuntamientos, asociaciones de vecinos y más de un
particular habían denunciado la “anómala” (vamos a dejarlo en eso) situación.
De hecho, el Tribunal Supremo -el mismo que ahora se desdice- ha emitido y tres
sentencias a favor de los demandantes. Sentencias firmes, irrevocables, con las
que ya veremos cómo lidian en el propio tribunal.
El problema es otro. El
problema es que la banca se veía venir un aluvión de reclamaciones (de un
mínimo de 4.500. millones de euros -y eso sin contar posibles efectos
retroactivos…-). Por eso no ha tardado en poner en movimiento toda su capacidad
de influencia (poderes fácticos se llama a eso). Y no se ha tardado ni un
suspiro en detener el sunami.
La banca lo quiere todo: el
fuero (el derecho a escaquearse del impuesto) y el huevo (soltar la pasta que
grava cada hipoteca concedida). Si hay que dejar en ridículo a todo un Tribunal
Supremo se le deja.
Hoy, desde el ejecutivo, se
anunciaba la intención de modificar algunos artículos de la Ley Hipotecaria
(denunciada desde la Unión Europea como arcaica e injusta) para que, en
adelante, sean los bancos quienes respondan ante las administraciones
autonómicas del pago del impuesto. Pero no cantemos victoria. La banca se
buscará la vida para repercutirlo a los consumidores. ¿Nos apostamos algo?
Como dicen en los juegos de
azar… “la banca siempre gana”.
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