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viernes, 7 de julio de 2017

Tocinos de cielo

No me he declarado vegetariano. Pero cada vez como menos carne. Y es que después mezclan las cosas de tal manera que menos ganas le entran a uno. Si hay algo que me sabe mal, ni me atrevo a decirlo es el tocino. No lo soporto. Sin embargo, mirar al cielo estrellado por la noche me da sensación de compañía, mirar su azul celeste allá en el horizonte, rozando con el mar, crea en mí una actitud de apertura al universo. Y mira por donde hay pueblecitos españoles que son famosos por sus tocinos de cielo. ¿Qué haría yo en un lugar como este?


No me cabe la menor duda que habrá más de uno relamiéndose todo al leer dicho nombre en este post y deseando bajar a la calle  (¿a dónde se iría, a la carnicería o a la pastelería?) a comprarse unos trocitos para el desayuno de mañana. Y, sin embargo, a mí todo lo contrario. Una vez más se confirma que “para gustos están los colores” y que muchas cosas que pasan en la vida ni son buenas ni son malas, sino todo depende de la actitud que se toma ante ellas 


domingo, 2 de abril de 2017

Carne

Guardaba lo más querido dentro de su corazón. Le preocupaban los callejones en la noche, los carniceros con machete. No podía sonreír. Había renunciado a comer carne, viendo como la cortan. Y hasta la alegría la guardaba en su casa para que no se la quitaran.


Algo debió pasarle cuando pequeño. Tenía miedo a los callejones, al fuego de la leña y a los machetes. Solo compra carne empaquetada. El machete ensangrentado de un carnicero le repele. Y todos los días al salir de su casa tiene que cruzarse con la carnicería de frente. Cierra los ojos, sale de casa y deja atrás a la alegría. A ese ritmo va a llevar una vida extraña. Alguien tendrá que ayudarle a sacar la alegría del armario de su casa.