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viernes, 15 de diciembre de 2017

Los peligros de la Libertad

Viene de vuelta. La espalda ligeramente encorvada y el caminar despacio denotan cansancio como menos. ¿Tedio? ¿Descorazonamiento? ¿Sensación de tiempo perdido porque no acumularon en su haber los proyectos de destrucción que forjaron (ellos no les llaman así, los denominan como “efectos colaterales”)? ¿O remordimiento, pesadumbre y angustia tras una misión sin sentido? (siempre que haya violencia, guerra, peleas…, se está indicando que no se va a solucionar un problema por el camino de la justicia).


¿Y las palomas que van encerradas en una jaula? Vivían entre disparos y ruidos de metralletas, pero volaban y, surcando los aires, se rozaban sus alas entre ellas para decirse los buenos días o desearse cosas buenas. Ahora no escuchan disparos, no hay aparentes peligros de que una bala perdida las puedan matar en el día, pero no pueden volar, no tienen nada que desearse las unas a las otras. Hay paz, sí, pero para qué: no pueden volar. Y alguien que pasa por su lado les pregunta: ¿Qué prefieren: la seguridad que tienen ahora o la libertad que tenían antes? Y a coro responden: Nos gusta la seguridad de la libertad.



martes, 21 de noviembre de 2017

Niños en balsa


Lo habían visto en documentales en la tele y en unas jornadas en el colegio el Día de la Paz. Casi todos los días a la hora del almuerzo escuchaban la noticia en los telediarios. Les llamaba la atención la manta roja con la que le recibían en los puertos a su llegada. Eran niños, como ellos, que recorrían cientos y cientos de kilómetros y al llegar al mar embarcan en una barcaza que les esperaban porque tenían hambre y no podían estudiar. Recordaban fotografías de algunos de ellos tendidos agotados en la playa.


Y decidieron, con la ayuda del profesor de ciudadanía, grabar un video contando esas historias a sus amigos. La película empieza en un pueblo llamado Barre, muy pequeño, despidiéndose dos de ellos de sus padres y de sus veinticinco hermanos. Y de allí se trasladaron a Dakar donde unos familiares suyos ya habían contactado con el dueño de una patera a fin de pagarle el viaje de sus dos sobrinos. Juan y Rafa, junto con Ernesto, supieron transmitir a los que veían el video la inseguridad e incertidumbre con la que viajaban aquellos niños que, aunque rodeados de gente, se sentían y estaban solos, sobre todo cuando gastaron el último bidón de gasolina y no veían aún la costa. Se hizo de noche también en la orilla de la playa y nadie pudo quedar dormido. Los gritos de alegría de los tres amigos cuando escuchaban algún movimiento diferente en las olas del mar eran estremecedores. Con la luz del nuevo día, vieron por fin que se acercaba una patera. Y lograron que, en el video, sin que apareciera la ayuda que les prestó la Guardia Civil, se viera la imagen de los tres amigos que presentaban con entusiasmo y alegría a su pueblo a los tres nuevos vecinos, imagen que reproducimos a continuación y con la que termina su primera película grabada en video y que titularon “la llegada de un otro mundo" .