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sábado, 28 de abril de 2018

Sergio, el rey del barrio


Se creía el más guapo del barrio. Decía con orgullo que sus amigos estaban celosos de él. El espejo era su obsesión, tanto  el del retrovisor de su coche, como el de otros aparcados en la calle, aliñándose el pelo de momento en momento. Sus conocidos estaban mosqueadísimos con él porque, saliera el sol por donde saliera, cerraba la puerta  del comercio, y con una espiga de trigo en sus manos, se dirigía siempre a la misma hora a una casa cercana donde, según nuestros informes, vivía un hombre soltero de unos cincuenta años. Nunca supimos el motivo de ello, quedando como una incógnita a resolver.

Se sentía atractivo y nunca estaba solos No supimos que llevaba consigo aquella visita mañanera a uno del mismo sexo. Tampoco pudimos afirmar que tuviese relaciones con aquel tipo. Aquella noche en el bodegón de un pueblo cercano seguía presumiendo.

- Sé como coquetear y sé cómo beber con las mejores. Muchas mujeres piensan que soy caliente, sexy, o como quieras llamarlo. Aprovecho las oportunidades.
- Lo dices como si tuvieras algo planeado esta noche con una chica.
—No. —negó con la cabeza y le di mi sonrisa perezosa. Puso los ojos en blanco y me reí. Mientras seguía jugando con clips que sacaba de su caja, y que pasaba de mano a mano dijo-. Se trata de unas chicas, en plural. —sonreímos—. Ésta noche, voy a tener una cita doble.
—Cancela una -le dijeron.
- No quiero cancelarle a nadie. No sería justo para ninguna.
—¿Por qué no?
—Estoy seguro de que han estado planeando lo que van a llevar desde que las invité a salir. Y no es justo dejarlas colgadas. Será algo largo y cadencioso como estos clips encadenados uno al otro.

Justo en ese momento llegaba Cari que se había citado en aquel lugar. Después de probar un vino la tomó de su mano y salió con ella en dirección a su casa donde había citado a Clara. Por el  camino le preguntó

- ¿Qué le dijiste a aquella chica a la que habías invitado antes de encontrarte conmigo? ¿qué tenías una cita con esa persona?

Sergio se enrollo respondiéndole con generalidades y no concretaba su respuesta, de lo cual Cari fue consciente…

—Oye, era sexy y tenía ganas. Tengo  veintiún años, estoy en el punto sexual más alto de mi vida. No le iba a decir que no. Confía en mí, lo sé.

Cari no llegaba a entender lo que Sergio quería decirle, cuando, llegando ya a su casa, vio una chica de pie tocando el timbre de la misma. Sergio le silbó y tomando de la mano a Cari se acercó a Clara, le besó en los labios, y abriendo las puertas las invitó a pasar. Y sin mediar conversación alguna les dijo

- Esperadme en la alcoba, chicas, que  vengo sudado y voy a ducharme -las dos quedaron mirándose la una para la otra como preguntándose “¿y tu sabías que había invitado a dos?”. Ambas levantando la mirada hacia la otra, se percataron de que en aquel juego no habían participado ellas en activo.

Y se pusieron de acuerdo en la tarea a hacer. Sergio salió de la ducha con pantalón corto y una piedra verde de diamante en sus manos y entró en la alcoba donde esperaba hallarlas. Bajó a la cocina y se las encontró a las dos, vestidas. Se acercó a ellas

- ¿Os ayudo a poneros cómodas? -esbozando una sonrisa nada ingenua-
– Primero -dijo una de ellas-, comamos algo, prepáranos la cena para estar más a gusto los tres en la alcoba.

Y bien que lo hicieron. Mientras ellas, sin parar, tomaban agua de una botella de ron que previamente habían llenado de agua, Sergio, cocinaba la cena, y al verlas tan contentas bebiendo, comenzó a hacer lo mismo, de su propia botella, en las mismas proporciones que ellas hasta que, borracho perdido, mientras las dos jóvenes hacían que lo estaban. Vieron como caía al suelo, diciendo sandeces y sin poder levantarse. Oyó en la penumbra que  tocaron el timbre y entraban sus amigos que habían sido avisados por las jóvenes. Todos reían a más no poder y las felicitaban.

- Muy buena, chicas, habéis bajado del trono al que se creía el Salomón erótico, rey de reyes.

Aquella noche se acabó Sergio, el engreído.



domingo, 17 de septiembre de 2017

Su soledad

Su forma de ser denota una gran codicia. Su mano, siempre cerrada. Sus ojos, bien abiertos, mirando fijamente a quien más cerca tenía. Hasta que un día su mano quedó truncada y dentro de las manos su corazón. El mundo no tenía ni tendrá nombre. Da igual se llame de una forma o lo llamen de otra. Para él era indiferente. Así el día que se quiso despedir de todos nosotros, en un rincón abandonado allí estaban todos ellos como en nuestro sueño.


sábado, 12 de agosto de 2017

Solidaridad


Entraron a saco.  Muchos lo hemos visto en películas. Aparece también en la historia. Pero una golfería de este tipo en pleno sigo XXI no se esperaba. Rompían todos los objetos, imágenes, cuadros que se encontraban a mano. Las monjas, centradas en sus cantos, ni se movían. Una de ellas de repente escucha los gritos de dolor de una novicia. Uno de los golfos – antes se les llamaba bárbaros-, la estaba violando. A escondidas sale a buscar a un médico, y en el ambulatorio se encuentra con una doctora francesa, atea, que parece no gustarle ir a un convento. Religiones aparte…, se hace consciente que no es cosa de debates entre religiones, sino algo de sentido común en todo aquel que tenga un mínimo de conciencia: ayudar a que el otro no se caiga por el barranco.

Y así comienza la doctora su nuevo periplo; va y viene al convento para revisar periódicamente a las religiosas. En una ocasión, al regresar, ya de noche, algunos de los mismos golfos que intentaron saquear el convento, se pararon en el centro de la carretera obligándola a hacer stop para meterle miedo de seguir yendo. La hacen bajar del vehículo y comienzan a revisarla. Uno de ellos comienza a propasarse. Los compañeros le separan pues temen que siendo la doctora más conocida del pueblo les pueda traer más problemas. La dejan libre, llevándose ellos el coche. Es entonces cuando la médica, a pie, regresa al convento y son ahora las religiosas quienes le ofrecen apoyo.

No teniendo las mismas creencias ya las relaciones entre ambas comenzaban a tener una sincera amistad, comprensión y empatía. Será solo la abadesa quien mantiene diferencias con ella, resistiéndose a ser tratada de las heridas recibidas, más por soberbia que por recato. Se sentía superior a la doctora porque esta no era creyente.

La novicia atacada, la más joven del convento, la que, según sus reglamentos internos,  no podía ni hablar, al darse cuenta,  le dice a la superiora: ¿Dónde dicen las normas del evangelio que la soberbia es buena compañera? Asombrada la superiora le responde con energía: “-Estas confundida ¡¿De dónde has sacado eso para hacer esa pregunta tan necia?”. “De su actitud despreciativa con la doctora  creyéndose ud mejor persona que ella porque ud cree en Dios y ella no. ¿Así nos enseña ud a ser coherentes?” .Y aquella chica que no tenía permiso ni para hablar da media vuelta y deja a la superiora con la boca abierta no pudiendo ésta hacerle una orden a grito para que volviera, pues las palabras no le salían de la boca. De esta forma la que menos sabía de todo, la recién llegada es la que da una lección práctica a quien aparentaba y tenía el deber de ser la de mayor sabiduría
.