Entraron a saco. Muchos lo hemos visto en películas.
Aparece también en la historia. Pero una golfería de este tipo en pleno sigo
XXI no se esperaba. Rompían todos los objetos, imágenes, cuadros que se
encontraban a mano. Las monjas, centradas en sus cantos, ni se movían. Una de
ellas de repente escucha los gritos de dolor de una novicia. Uno de los golfos
– antes se les llamaba bárbaros-, la estaba violando. A escondidas sale a
buscar a un médico, y en el ambulatorio se encuentra con una doctora francesa,
atea, que parece no gustarle ir a un convento. Religiones aparte…, se hace
consciente que no es cosa de debates entre religiones, sino algo de sentido
común en todo aquel que tenga un mínimo de conciencia: ayudar a que el otro no
se caiga por el barranco.
Y así comienza la doctora su nuevo periplo; va y viene al convento
para revisar periódicamente a las religiosas. En una ocasión, al regresar, ya
de noche, algunos de los mismos golfos que intentaron saquear el convento, se
pararon en el centro de la carretera obligándola a hacer stop para meterle
miedo de seguir yendo. La hacen bajar del vehículo y comienzan a revisarla. Uno
de ellos comienza a propasarse. Los compañeros le separan pues temen que siendo
la doctora más conocida del pueblo les pueda traer más problemas. La dejan
libre, llevándose ellos el coche. Es entonces cuando la médica, a pie, regresa
al convento y son ahora las religiosas quienes le ofrecen apoyo.
No teniendo las mismas creencias ya las relaciones entre ambas
comenzaban a tener una sincera amistad, comprensión y empatía. Será solo la
abadesa quien mantiene diferencias con ella, resistiéndose a ser tratada de las
heridas recibidas, más por soberbia que por recato. Se sentía superior a la
doctora porque esta no era creyente.
La novicia atacada, la más joven del convento, la que, según sus
reglamentos internos, no podía ni hablar, al darse cuenta, le
dice a la superiora: ¿Dónde dicen las normas del evangelio que la soberbia es
buena compañera? Asombrada la superiora le responde con energía: “-Estas confundida
¡¿De dónde has sacado eso para hacer esa pregunta tan necia?”. “De su actitud
despreciativa con la doctora creyéndose ud mejor persona que ella
porque ud cree en Dios y ella no. ¿Así nos enseña ud a ser coherentes?” .Y
aquella chica que no tenía permiso ni para hablar da media vuelta y deja a la
superiora con la boca abierta no pudiendo ésta hacerle una orden a grito para
que volviera, pues las palabras no le salían de la boca. De esta forma la que
menos sabía de todo, la recién llegada es la que da una lección práctica a
quien aparentaba y tenía el deber de ser la de mayor sabiduría
.
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