jueves, 10 de agosto de 2017

Diversidad

Los dedos de una mano son y no son iguales. Viejo dicho que nos recuerda aquello de “siendo diferentes, somos iguales”. Somos iguales en dignidad, en derecho, en consideración. Pero no lo somos en forma de ser y expresarnos, en opciones, en ideas, en costumbres, etc. Y es que un jardín con todas las flores del mismo color hasta feo resultaría. Pero seguimos siendo iguales.

Réplica: “Siendo diferentes, no hay quien nos iguale con otros. Proclamar la libertad en la sociedad es un error. La tienen encerrada en unas Cortes (de las que se escribe con mayúscula). Y así, aunque nuestras diferencias no nos hacen merecer tratos diferenciados jerárquicamente. Haberlos haylos. Y es algo tan vivido por los españoles que no precisa de ejemplos. Bullen muchos de ellos en nuestras mentes.

Y los encargados de practicar esa igualdad para todos, que no la practican, siguen poniéndonos una venda que nos haga creer la igualdad para todos.


Al fin de cuentas ¿de qué está hecho el ser humano sino de faltas? Cada falta va creando nuestra propia personalidad, cada falta nos hace distanciarnos un poco más del otro. Y nosotros en ocasiones –cada vez más- mirándonos al espejo le preguntamos: ¿Y quién es ese que se ve ahí tan sonriente?


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