Los dedos de una mano son y
no son iguales. Viejo dicho que nos recuerda aquello de “siendo diferentes,
somos iguales”. Somos iguales en dignidad, en derecho, en consideración. Pero
no lo somos en forma de ser y expresarnos, en opciones, en ideas, en
costumbres, etc. Y es que un jardín con todas las flores del mismo color hasta
feo resultaría. Pero seguimos siendo iguales.
Réplica: “Siendo diferentes,
no hay quien nos iguale con otros. Proclamar la libertad en la sociedad es un
error. La tienen encerrada en unas Cortes (de las que se escribe con
mayúscula). Y así, aunque nuestras diferencias no nos hacen merecer tratos
diferenciados jerárquicamente. Haberlos haylos. Y es algo tan vivido por los
españoles que no precisa de ejemplos. Bullen muchos de ellos en nuestras
mentes.
Y los encargados de practicar
esa igualdad para todos, que no la practican, siguen poniéndonos una venda que
nos haga creer la igualdad para todos.
Al fin de cuentas ¿de qué
está hecho el ser humano sino de faltas? Cada falta va creando nuestra propia
personalidad, cada falta nos hace distanciarnos un poco más del otro. Y
nosotros en ocasiones –cada vez más- mirándonos al espejo le preguntamos: ¿Y
quién es ese que se ve ahí tan sonriente?
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