Después
de una licenciatura, un doctorado, un máster, un sinfín de trabajos precarios y
un desahucio, Pedro se rindió. Volvería al pueblo y le pediría a su padre que
le enseñara el oficio familiar.
De
regreso de Alemania, lugar donde presentó sus últimos Lebenslauf, venía
pensando las razones por las que aparentemente sus estudios no habían servido
para nada. En la empresa Gegenteil
die Weltgesundheitsorganisation querían encararlo en un trabajo contra la
superpoblación mundial, para lo cual tendría que ir a currárselo en el
Vaticano, intentando convencer a la curia cardenalicia de las bondades del uso
del preservativo para evitar que en África nacieran más niños, proponiendo que
el dinero invertido en el envío de medicinas se utilizase para repartir
condones gratis en el continente y con el beneplácito papal. El objetivo de su
trabajo consistiría en lograr que en cuatro años la población mundial no
superase los cuatro millones de personas. Recordándolo en el mismo tren se echó
las manos a la cabeza como hizo para responder al deutsch geschäftsmann
diciéndole: “Viertausend millones! Jetzt sind wir sieben Milliarden sind,
ich glaube, es ist ein wenig zu spät“ (1)
Pedro,
sonriendo mientras recordaba esa conversación se decía a sí mismo: “torpón sí
que hubiese sido aceptar dicha tarea, pues más pronto que tarde como loco de
remate a un psiquiátrico me hubiesen llevado.” Se había topado con la
ineficacia europea para hacer frente a las causas de la inmigración, y atenta
solo a paliar las consecuencias de los “negritos” que le llegaban a sus costas,
echaba la solución de las causas a las posturas regresivas del Vaticano que, no
entendiendo de sexo, quería que otros lo practicasen a la forma que ellos
teóricamente (¿teóricamente?) planteaban.
Días
antes había estado en Bruselas en un despacho de la Comunidad Europea. Recuerda
cómo entró emocionado a aquel edificio donde se cuece toda la política europea
pues, después de presentar su curriculum le habían llamado del departamento de
planificación socio laboral. El objetivo, genial. Ir aportando soluciones
prácticas al problema del desempleo sobre todo en los países del sur. Tendría
un equipo de profesionales colaboradores y la experiencia de un experto asesor
de la casa que, así le dijeron, tiene visiones muy sugestivas para el futuro.
Aceptó el trabajo y a los pocos días, contactó con el asesor indicado por sus
superiores a fin de poner en marcha un proyecto para Italia que en pocos días
habíamos desojado. Ante su entusiasmo por la idea, los compañeros del grupo
intentaban bajarle a la realidad, advirtiéndole de que… “Consulta con el
asesor, el de las visiones interesantes”.
Tras
llegar puntual a la oficina, le gustó que su piel fuera de color negro. Una
manera también de buscar la igualdad. Se le presenta diciendo que era vidente
africano con más de 25 años en el campo de la magia blanca…, que no hacía falta
le explicara el proyecto…, sino que se lo diese en documento escrito y lo
tendría en su cuarto oscuro, expuesto a amarres y magias variadas y con el
resultado exacto que él viera fuera a producir dicho trabajo vendría a
comunicárselo en pocos días. ¿Qué visión tuvo el mago? Pedro que no había hecho
hechizos ni hacerlos le parecía algo serio a tener en cuenta, recogió sus cosas
y se fue. Que si esa era la forma de trabajar en aquel sector de la Comunidad Europea
buscasen un hechicero de una tribu troglodita. Así le iban las cosas a Europa.
A la Europa tan madraza que acoge a todos los hijos abandonados del sur de su
continente y expulsa con flish a los suristas también, pero del hemisferio. A
la Europa tan gestora y activa que promueve eficazmente planes de trabajo que den
empleo a los cientos de miles que sin el mismo se encuentran en su territorio y
al final son chapuzas cuyos beneficios se quedan no tanto en los funcionarios
sino en los allegados de los que mandan que automáticamente se convierten en
asesores.
Cosas
similares y muy ocurrentes se fue encontrando en los diferentes lugares. No
hubo sitio donde no lo aceptaran. Por coherencia personal y por saber utilizar
la razón, no queriendo colaborar en trabajos socio culturales políticos basura,
los rechazó. En ese intervalo leía, mientras volvía en tren a España, en El
País Semanal un artículo de Rosa Montero con quien estaba totalmente de acuerdo
al decir ella que estamos en la época donde triunfan los botarates.
Y
así una y otra cosa antes las que Pedro se sentía bloqueado porque el tiempo
corría y era consciente que el tiempo es como la vida, que ves cómo se van y no
regresan. De ahí la decisión que había tomado: una vez más comprendió que culto
no es el que tiene muchas titulaciones sino el que sabe afrontar las
situaciones adversas con motivación positiva. Se inyectaría buenas dosis de
esta medicación en su pueblo de Guadalajara donde sus padres eran expertos en
afrontar con positividad las dificultades, de tal manera que habían montado una
empresa de agricultura ecológica que era la proveedora de todas las tiendas del
ramo en la provincia, así como en Cuenca, Toledo y Soria. Reactualizaría lo
aprendido en la universidad con el saber situarse de sus padres y una vez
repuesto de brujas, adivinos y sandeces con las que se había topado en la tan sofisticada
Europa, se centraría en Toledo donde piensa pueda tener más posibilidades en
sus materias, conectando con la perspectiva ecológica, de manera que sus padres
sigan abriendo caminos. Ya lo habían iniciado desde la
tierra que araban y cultivaban, pero ahora con su trabajo y sus investigaciones
sería promotor de la fecundidad ecológica en el mundo de la tecnología. Pedro
lo sabe. Sus padres lo intuyen. De hecho, ya se ha celebrado el día
internacional del DESENCHUFADO.
Nos
esperan nuevos modos y tiempos tecnológicos y nuestro Pedro está detrás de
ellos. Están ya cayendo en forma de lluvia suave que empapa la tierra, … la fértil
tierra.
(1) ¡Cuatro mil millones! Ahora somos ya siete mil
millones, creo que ya es un poco tarde.
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