¿Qué no te gustan ver como
las cosas cambian? Pues a mí, al contrario. Metería todo lo que pudiera, gente
y flores del jardín, ramas secas y motos ruidosas, la empanadilla y el amigo
que te llama a diario, …con todo ello giraría un poco de la fuerza centrífuga
como si de una lavadora se tratara y dejaría que todo ello comience a centrifugar
y a cambiar consiguientemente todo de estilo, con una nueva cara y mucha
alegría.
¿Que estas cosas y los demás
no quieren cambiar? Pues cambiaría yo. Y si yo cambio, te aseguro que todo lo
que está a mi alrededor también cambiará. Tendrá que enfrentarse a una nueva
realidad que, siendo yo mismo, sin embargo, no la conocía.
No. No he de temer a los
cambios. No he de hacer las cosas porque siempre se hayan hecho así. Toda la
vida es un cambio.
Es que además cualquier
acontecimiento extraordinario para la sociedad, cualquier logro que tú o yo
consigamos siempre es debido a algo con lo que tuvimos que enfrentarnos y tomar
una decisión. Ayer como hoy, y al igual
que mañana, todos vamos a tener problemas. O chocaremos con algo que da vueltas
por el universo o al rozar con cualquier cosa ese algo nos ha envuelto tan
misteriosamente, como si de una nube se tratara, que nos ha hecho cambiar.
Cambia lo superficial. Cambia también lo profundo. Cambia el modo de pensar. Cambia todo en este mundo. Cambia el clima con los años. Cambia el pastor su rebaño. Y así como todo cambia, no es extraño que cambie también yo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario