Cuando llega el final del día
y tu risa parece ya agotada, tienes que coger aire y soplar fuerte para
despejar las nubes que te impiden ver las alegrías de la vida. Todo lo que uno
ha hecho ahí está. Ha tenido su esfuerzo. Su mérito y gloria también lo tendrá.
No, no tiremos al barranco ni los sueños habidos ni las cosas realizadas. Las
cosas que han salido de nosotros no se quedan en la nada. Suma lo bueno y
verás, aunque te resulte difícil. Un porcentaje muy grande ahí, en el espacio,
han quedado, flotando en el tiempo. Los ha atrapado la nube (como
tecnológicamente se dice ahora), pero siempre vuelven. Y también se expanden
para el enriquecimiento de otros. Son como el “One Drive” de ahora, que antes
no tenían nombre. Todo vuelve. Nacieron de nosotros y encadenados a nuestros
sueños han estado y permanecen. No van tras el calor de otros fuegos.
Puede que
durante mucho tiempo en la oscuridad parezcan permanecer. Pero siempre será
para hacer más brillante el amanecer de su vuelta.
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