Sigue habiendo muchas
preguntas cuyas respuestas están soplando en el aire, como aquellas de ¿cuántos
oídos debe tener un gobernante, elegido por nosotros, para escuchar a los que
gritan y tienen motivos para ello y hasta para llorar?
¿Por qué ser filósofo está
menos valorado que el de ciencias en física? ¿No es la filosofía otra ciencia
que nos encamina a la búsqueda de la verdad?
¿Cuántos años pasarán para
que consideremos libres e iguales en dignidad a quienes trabajan en un burdel?
¿La respuesta sigue soplando con el viento y no para en ninguna parte?
¿Por qué hay sitios donde se
corre tras el poder, el prestigio, el dinero, la fama y otros donde no se puede
correr a ninguna parte porque el hambre no les deja ni dar un paso?
¿Por qué hay quienes viven
queriendo cambiarlo todo y con la revolución como objetivo en sus mentes, y
quienes no les preocupa nada de lo que pasa y observan la vida, indolentes, ante
un televisor?
No acabamos de darnos cuenta
de lo complejo y simple que es a la vez la vida laboral. Hay cosas que pensar
que nos llevan tiempo como es la filosofía o la libre opción laboral. Y hay
otras muchas que suceden sin tiempo a reaccionar como el estallido de un volcán
o el gruñido de un tigre.
O simplemente hoy pasa una
cosa y mañana toca la contraria. Y hoy el río y el agua del mar están para
darnos un baño en el frescor del verano y mañana tendrán otra finalidad. De ahí
que algunos utilicen las cosas y quieren se queden así para que el mundo no se
derrumbe. Frente a otros que quieren que las flores te sigan brindando su
perfume y los caminos y veredas te lleven a tu meta final.
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