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domingo, 20 de mayo de 2018

El silencio (Allá donde el sauce llora sobre el río)


Allí donde el sauce llora sobre el río, busco yo la luz que ilumine mi caminar. Allí donde la sombra tapa el sol y el llanto, paradójicamente busco yo la luz. Y la busco porque estoy convencido que, en estos momentos, sol va a surgir del silencio. Y es que en mi mundo de cada día voy perdido. Afuera en la calle todo parece disperso e inquieto y las luces parpadean mareadas entre humo y vapor. Un humo, que no es sombra. Y así llego a descubrir que solo el profundo y eterno Silencio engendra luz, y que, bajo ese sauce, podré encontrar una sana convivencia con el silencio y la luz.

Tú que me ves, me escuchas o me lees, no descuides el silencio, no lo abandones y entrégate. Respira el silencio y déjalo respirar. El silencio siempre dice la verdad sobre ti y el mundo. Escúchalo y ámalo.

El Silencio es nuestra verdadera esencia que está más allá del callar y del hablar, más allá de cualquier palabra, sonido, imagen. Siempre más allá… esperando y recibiendo todo y todos.

El Silencio profundo es nuestro refugio y allí, donde el sauce llora sobre el río, allí siempre nos encontraremos con él.




lunes, 2 de abril de 2018

Semana de pasión


De muchacho me enseñaron que estos días que han pasado, los de Semana Santa, era tiempo de silencio. Silencio que en este caso era recogimiento, meditación, cantos apropiados para la cuestión, esperar con calma el paso de las procesiones. No bulla, no fiestas, no tenderetes. Viernes Santo, todo cerrado. Silencio para admirar la grandeza de un tío, como el Nazareno, que supo dar su vida por sus principios de los cuales nunca negó.

Pasada la juventud y casi la madurez, yo encuentro que hay un cruce de silencios. Que sí, que es tiempo de silencio. Pero no de aquel silencio. Veo el silencio de los que no llegan a fin de mes para comer dignamente, el de los que trabajan más horas de las previstas y se les paga menos, el de los que no pueden hacer suyo el derecho al trabajo que proclaman las normas de convivencia de su país, el de los que mueren de hambre o de enfermedades totalmente curables pero cuyos medios de sanación no llegan a su país, el de los que son represaliados por expresar libremente su pensamiento diferente al de los que mandan, el de los que mueren en guerras a causa de las balas que fabrican los mismos que denuncian las guerras, el de los nadies de nadies, el de los que toda su vida laboral han estado ahorrando (se lo descontaban de su nómina) para tener garantizada su pensión al jubilarse y ahora se encuentra con que ese dinero se lo han gastado en sainetes los servidores de la patria, el de los que no tienen la ventaja de Puigdemon de estar siempre hablando sin hacer nada y le pagan 4.000 euros mensuales… O sea, que sigue siendo tiempo de silencio la Semana Santa. En este caso, yo diría más bien que todos los días son Semana Santa.



viernes, 1 de diciembre de 2017

Calles silenciosas

Me gusta que en mi ciudad haya calles y casas que parezcan hechas a mano. Me gustan esos rincones donde uno puede experimentar el sentir. Pasamos por la vida subiendo escarpadas sin sentir la alegría de los pasos dados que nos darían impulso por avanzar en los restantes. Siento en esos espacios como el blanco y negro de sus paredes sintonizan en mi interior haciéndome volver a las mismas preguntas de siempre.

Me gustan esas calles porque, con lo dicho, no son paños que curan mis llagas sino los arcos que me lanzan a la rebelión, primero conmigo mismo. Me gustan los colores que te invitan a encontrarle el punto a la vida. Una vida donde no aparcamos ni en las zonas de confort y comodidad ni en las de miedo, que nos paralizan, sino que nos empujan a no dejar de hacer aquello que deseamos. Me gustan esas calles donde, a nuestro paso por ellas, su silencio nos impulsa a vivir.