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domingo, 5 de agosto de 2018

Sapos y culebras


No sé si tienen cuernos y rabo. No sé si viven encerrados entre fuego y azufre o el azufre y toda esa pamplina sea un cuento para confundirnos. Lo que sí sé es que son huéspedes incómodos que cuando se alojan en nuestras casas la convierten a uno en una sombra que no sabe hacia donde dirigirse.

El más malo que conozco yo de todos ellos se llama la Envidia. Te va poniendo zancadillas por todas partes y te incapacita para ser -o al menos estar- alegre.

Conozco otro que se llama Vanidad y hace que, cuando más cuanto más alto estés, convierte todo en un espejo donde, en lugar de ver mejor por tener perspectiva y estar más alto, únicamente ves su propia imagen.

Y en consecuencia, es un rechazo a los demás ya que hace que los otros nos vean frágiles y se queden heridas difíciles de curar porque duelen.

Y no digamos nada desde que podemos llamar su hermana gemela, la Burla. Casi siempre viene disfrazada de humor, pero su intención no es otra que humillar a los débiles y a los más desprotegidos.

La Intolerancia es su vestido de gala. Y, claro está, no podemos olvidarnos del Rencor. Si te coge bien te desgasta hasta las entrañas. Y llegamos a la reina del cotarro: la Soberbia, seduce a los más débiles y los viste de Reyes.

Y nos queda un mal bicho: el Egoísmo. A cada momento está cantando a nuestro lado: "solo tú importas, tío".

Seguro que tú que nos traes conoces muchos más. y muchos de ellos que pasan por nuestro lado y van dejando víctimas en las cunetas.

Pero ante la gente de sentido común , y supongo que tú y yo somos del mismo equipo, tiene todas las de perder.




viernes, 16 de junio de 2017

Arrepentidos

Estaba arrepentido de su comportamiento con ella aquella noche de navidad en el restaurante donde se encontraron. Ahogaron sus penas entre el alcohol del restaurante y la cama de Eduardo en su casa. Ella se había marchado contrariada al amanecer. Y, al día siguiente, ya en su trabajo, recibe de él un ramo de flores ante la vista del resto de sus compañeros, todos hombres, de aquella gran sala de su sitio de trabajo. Al poco tiempo sonó el teléfono y escuchó la voz de Sergio que le pedía excusas de mil maneras diferentes, al tiempo que, en persona, aparecía en los locales de la oficina. Mientras él insistía en volver a vernos, ella miraba hacia la puerta de salida y señalando con el dedo la puerta en cuestión le hizo señas de no volver nunca más. Nerviosa al por mayor, pero con sus cinco sentidos en orden pidió autorización a su jefe para retirarse aquel día del trabajo y, al hacerlo, puesta en pie se dirigió a sus compañeros diciéndoles:

Antes de salir hoy del trabajo, y visto lo visto, quiero decirles un par de cosas: “Todos tenemos cosas en nuestras vidas que no nos enorgullecen y nos gustaría borrar de nuestras memorias, pero tenemos que recordar que esas son las cosas que nos hacen ser lo que somos hoy. No podemos avergonzarnos de nuestro pasado porque esos errores forman parte de nuestra vida y nos hacen más fuertes, más sabios y más capaces de lidiar con la vida.”


Aquel incidente, no sabemos cómo, llegó a oídas de todos los grupos de la gran comunidad laboral a la que pertenecemos, con lo cual durante tres días seguidos estuvimos, en la oficina, recibiendo poemas y reflexiones a través de los cuales nos hacían llegar sus felicitaciones con frases y expresiones como estas: “No arruine su vida presente con el pasado” , “que los mejores momentos de su vida no queden eclipsados por sus errores”, “es hora de abandonar el pasado y seguir para adelante”, “no se pierda las lecciones de sus errores”, …