viernes, 16 de junio de 2017

Arrepentidos

Estaba arrepentido de su comportamiento con ella aquella noche de navidad en el restaurante donde se encontraron. Ahogaron sus penas entre el alcohol del restaurante y la cama de Eduardo en su casa. Ella se había marchado contrariada al amanecer. Y, al día siguiente, ya en su trabajo, recibe de él un ramo de flores ante la vista del resto de sus compañeros, todos hombres, de aquella gran sala de su sitio de trabajo. Al poco tiempo sonó el teléfono y escuchó la voz de Sergio que le pedía excusas de mil maneras diferentes, al tiempo que, en persona, aparecía en los locales de la oficina. Mientras él insistía en volver a vernos, ella miraba hacia la puerta de salida y señalando con el dedo la puerta en cuestión le hizo señas de no volver nunca más. Nerviosa al por mayor, pero con sus cinco sentidos en orden pidió autorización a su jefe para retirarse aquel día del trabajo y, al hacerlo, puesta en pie se dirigió a sus compañeros diciéndoles:

Antes de salir hoy del trabajo, y visto lo visto, quiero decirles un par de cosas: “Todos tenemos cosas en nuestras vidas que no nos enorgullecen y nos gustaría borrar de nuestras memorias, pero tenemos que recordar que esas son las cosas que nos hacen ser lo que somos hoy. No podemos avergonzarnos de nuestro pasado porque esos errores forman parte de nuestra vida y nos hacen más fuertes, más sabios y más capaces de lidiar con la vida.”


Aquel incidente, no sabemos cómo, llegó a oídas de todos los grupos de la gran comunidad laboral a la que pertenecemos, con lo cual durante tres días seguidos estuvimos, en la oficina, recibiendo poemas y reflexiones a través de los cuales nos hacían llegar sus felicitaciones con frases y expresiones como estas: “No arruine su vida presente con el pasado” , “que los mejores momentos de su vida no queden eclipsados por sus errores”, “es hora de abandonar el pasado y seguir para adelante”, “no se pierda las lecciones de sus errores”, …



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