Para
mí es una ilusión ver cómo amigos tan cercanos son capaces de expresar en
poesía sus penas y alegrías, sintiéndose muy a gusto. Siempre recordaremos
aquella cara de muchacho/a cuando conocimos a ese buen amigo/a de toda la vida.
¡Que alguien me diga por qué un leve suspiro de aquella fuerza es capaz de
electrizarme cuando huelo, y dejar electricidad a quien come! Reciente su boda,
me contaba con frecuencia sus cervezas parvularias: “Siete veces gemía,
nueve se levantaba, quince veces juntaron jazmines con naranjas”. Y es entonces
cuando empieza el llanto de la guitarra y se rompen las copas de la madrugada.
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