Conocía mil y un recursos de
internet. Su móvil de última hora estaba siempre en movimiento, hasta cuando
preparaba la comida en la cocina. No le gustaba la publicidad que le llegaba y
estaba descontento de los canales a los que está suscrito. No le bastaba la
sección de “lo más leído” en la página de noticias.
Necesitaba interiorizar las
cosas, no conocer tantas “por fuera” sino meterse de lleno en el corazón de la
historia y que esta a su vez se introdujera dentro de su corazón. Pensaba que
tendría que haber buscado mejor. A pesar de que sus dedos se movían bien rápidos
por el teclado y la pantalla.
“Tiene que haber algo que me
ponga en marcha desde adentro”, pensaba. Aun lo estoy revisando. Haciendo el
esfuerzo de recordar descubrió, decepcionado, que no le valía con el último
anuncio que le emocionó. Que quizás en otro momento de la vida pudo estar bien,
y es que, entre tanto desencanto, se dio cuenta que había vuelto a poner
puertas a lo que emana de su interior y aprendió de pequeño. Con algo nuevo que
no termina a los tres minutos. Le toca sentarse tranquilo, hacer espacio, abrir
el corazón lleno de dudas a lo que le rodea y entrar de nuevo en su mundo
interior. Algo no solo difícil sino incómodo:
auto-descubrirse.
No hay comentarios:
Publicar un comentario