“El hombre es un animal
político por naturaleza”, una frase que ha pasado a la historia por mérito
propio. Nos montamos en la guagua y escuchamos aquella buena señora que, con la
bolsa de la compra al lado, acababa de salir del supermercado, protestando por
la subida de precios, fruto de una decisión ministerial. ¿Cómo es posible -se
preguntara ella- que hubiera gente que dijera que pasa de la política, cuando
nos está afectando los 365 días del año?
Alguien que la escuchaba
comentó:
- Es más, señora, todavía hay
gente que no se entera que, por protestar por decisiones políticas de quienes
gobiernan de momento determinado, están en la cárcel como preso político. Y en
muchas ocasiones por cosas tan simples como por la ha dicho usted, comentando
una cosa en contra la subidas de precios. Sí, en la cárcel sin libertad, sin
ver a su familia sin tomarse una copa cuando se le apetece.
Recordé a Nelson Mandela, que
estuvo un montón de años en la cárcel por pretender su pueblo que viviera libertad. Su pecado fue el
de soñar con una sociedad libre. Estaba ensimismado con la idea de cambio convencido
de que no es valiente aquel que no tiene miedo, sino el que sabe conquistarlo
Aquella charla de autobús les
estaba animando, máxime cuando se dieron cuenta que eran vecinos del mismo
barrio y que, a lo mejor, no estaba de más verse de vez en cuando para impulsar
acciones transformadoras en su entorno y no esperar que vinieran de fuera. El
agua había empezado a hervir y no era cuestión de apagar el fuego.
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