Por algún sitio tenía que es
taller de debate. Había tanto que se hacía difícil encontrar el que buscábamos.
Los indignados eran muchos y de todas las tipos y colores. No era una única
opción política la que nos juntaba allí. Indignados por los miles de personas
en toda España que viven en situaciones diferentes de pobreza; indignados
estaban también los comerciantes del zonas, como por ejemplo en la Puerta del
Sol, porque el número de indignados que se reunían ante sus comercios cada vez
iba creciendo; indignado porque se habían suprimido y robado la cantidad del
importe de becas -aunque eso no parecía indignar a los comerciantes-;
indignados por los recortes en sanidad, en educación; indignados por ver la
pasividad de los políticos -que ya no se indignaban por nada-. Demasiadas
ventanas abiertas en su cabeza, pero con la paciencia suficiente para ir cerrándolas
una por una.
No a propagar un rumor. El 19,
entre otras malas noticias, se hará publica la privatización del Canal de
Isabel Segunda. Ya empiezan con el agua… Ana, la compañera, por otra parte
piensa: “me pregunto cómo he podido vivir hasta ahora siendo una analfabeta en
economía”. Por todas partes firman el manifiesto. Hay tantas ganas de
expresarse que parece que todos los días surge una nueva.
Hasta que por fin llegó el
día 19. Mucho calor, pero la gente en la calle. Ropas de colores, crema solar,
y procurando no dejar atrás la gorra, las plazas se fueron llenando. Unidades móviles
de informativos… No olvidaré la experiencia de ese día mientras viva. No creo
recordar otra jornada en la que tantos grupos diferentes de gente se fueron
sumando, diluyéndose unos en otros hasta llegar a ser una masa madre.
No ha llegado el tiempo para
que se experiencia vuelve a vivirse, pero no que nos olvide de lo que significa
eso de “el pueblo unido”.
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