Este año de Covid ha sido un año perdido para todos. Para muchos la vida, para todos las esperanzas, para demasiados la oportunidad de seguir los senderos iniciados. Pero además de ser un año al ralentí, todos los problemas, todas las cuestiones pendientes de resolver siguen ahí. Con un agravante, hemos girado la vista y, con ello, olvidado su existencia. Pero siguen ahí, sumidos en un limbo nebuloso que les hace invisibles.
El tiempo pasa. Y lo hace inapelablemente, perpetuando situaciones injustas que podrían resolverse si quienes tienen el poder de solucionarlas se pusieran a ello. Pero el Covid es también una disculpa, la disculpa perfecta para no tener que comprometerse. Mantener las cosas como están es siempre más cómo.
Por ejemplo, ¿recordáis que ahí sigue Guantánamo?
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