Estoy en el centro de la
ciudad y quiero compartir contigo esto que estoy observando: solo uno o dos
vehículos en otros tiempos eran miles... pasan cientos de personas caminando,
no tienen gasolina para sus coches. La mayoría no tienen ya coches y el
transporte publico no funciona. Miro con tristeza los zapatos desgastados y van
personas ya de mucha edad con la
angustia reflejada en su rostro. Yo también pienso que estamos solos. Parece
que ha nadie le duele nuestra situación, hablo de la comunidad internacional
que podía hacer algo por los que quedamos aquí, pues millones se han ido. Aquí
solo nos alimenta la fe.
Los comercios cerrados. Los
pocos que abren tienen los estantes vacíos, tal vez un artículo o dos que se han
quedado porque el precio está por las nubes. ¡Qué triste se ve todo! Paso por
los Bancos y las colas son interminables, la gente necesita efectivo, porque es
la única forma de encontrar más económico en un mercado cerca al terminal de
pasajeros donde solo reciben efectivo en moneda nacional o pesos colombianos. Recuerda
que vivimos en frontera. ¿Sabes? ahora somos millonarios para comprar todo vale
millones y aunque por la reconversión monetaria nos hayan quitado cinco ceros
eso es solo un engaño, los productos suben todos los días y algunos como la
carne, que la han regulado, ha desaparecido del mercado.
Esto lo estoy escribiendo
desde el coche de mi hija, que hizo una cola de muchas horas para echar
gasolina y yo estoy cuidando porque no se puede dejar nada solo, mientras ella esta buscando haber si en algún lugar
encuentra una cuerda de violín para mi nieto de nueve años, que esta en la
orquesta y aunque por las circunstancias no tenga clase, él debe seguir
practicando. A ellos no podemos demostrarle la angustia que vivimos, aunque
tienen las pilas puestas y no escapan a la realidad.
Bueno te puse a leer
mucho, y tal vez angustiarte. Perdona.
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