Volvía de vacaciones con sus
dos hijos, relajada, a gusto y con ganas de seguir su trabajo que tanto le
gustaba.
El primer día como técnico
medioambiental se encontró a las dos horas de llegar un proyecto de
recalificación de terrenos sobre el que su jefe le pedían un informe favorable. Su primera reacción fue de
extrañeza porque ya había informado desfavorablemente hace unos 3 meses.
No obstante pensó que podía
haber cambiado alguna normativa. Volvió a estudiar de nuevo la documentación y fue
a ver a su jefe para explicárselo: “Aquí no se puede instalar una gasolinera,
sería ilegal”.
Al levantarse de la mesa de
su jefe se acordó de su hijo que estudiaba en una universidad lejana y el
segundo que estaba pronto a ingresar. Al ver la cara de disgusto con que había
reaccionado su superior ante su negativa ética para presentar un informe
favorable, pensó que había puesto en peligro los estudios de sus hijos. Por
muchas alternativas que presentó a su jefe, éste le dijo que no podía ser, que
tenía que ser aquel sitio que dinamizaría la zona.
Y así de un día para otro a
pesar de su gran valía profesional se quedó en la calle. La despidieron
alegando que no estaba preparada para ese campo.
Ella no se limitó a apuntarse
al paro sino que presento su documentación en la central sindical y se dispuso
a pelear hasta el final, logrando se reconociera que su despido había sido
nulo.
Pero habían pasado ya tres años.
Atrás quedaron los mil y un sacrificios para sacar a sus hijos adelante. Y en
ese tiempo la gasolinera ya estaba funcionando. Hubo elecciones nuevas y su
jefe no se presentó a la renovación de su mandato. Ahora Vive en una linda
mansión a las afueras del pueblo. Jubilado desde los 56, disfruta de una vida que
con una pensión alta propia del trabajo que realizó no podría. Lo cual supone
otras ingresos.
Viviremos en un pueblo, no
tendremos experiencia de ilustres gente entre nosotros pero todos y cada uno
sabemos contar.
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