martes, 13 de agosto de 2019

Volvía de vacaciones con sus dos hijos, relajada, a gusto y con ganas de seguir su trabajo que tanto le gustaba.

El primer día como técnico medioambiental se encontró a las dos horas de llegar un proyecto de recalificación de terrenos sobre el que su jefe le pedían un informe  favorable. Su primera reacción fue de extrañeza porque ya había informado desfavorablemente hace unos 3 meses.

No obstante pensó que podía haber cambiado alguna normativa. Volvió a estudiar de nuevo la documentación y fue a ver a su jefe para explicárselo: “Aquí no se puede instalar una gasolinera, sería ilegal”.

Al levantarse de la mesa de su jefe se acordó de su hijo que estudiaba en una universidad lejana y el segundo que estaba pronto a ingresar. Al ver la cara de disgusto con que había reaccionado su superior ante su negativa ética para presentar un informe favorable, pensó que había puesto en peligro los estudios de sus hijos. Por muchas alternativas que presentó a su jefe, éste le dijo que no podía ser, que tenía que ser aquel sitio que dinamizaría la zona.

Y así de un día para otro a pesar de su gran valía profesional se quedó en la calle. La despidieron alegando que no estaba preparada para ese campo.

Ella no se limitó a apuntarse al paro sino que presento su documentación en la central sindical y se dispuso a pelear hasta el final, logrando se reconociera que su despido había sido nulo.

Pero habían pasado ya tres años. Atrás quedaron los mil y un sacrificios para sacar a sus hijos adelante. Y en ese tiempo la gasolinera ya estaba funcionando. Hubo elecciones nuevas y su jefe no se presentó a la renovación de su mandato. Ahora Vive en una linda mansión a las afueras del pueblo. Jubilado desde los 56, disfruta de una vida que con una pensión alta propia del trabajo que realizó no podría. Lo cual supone otras ingresos.

Viviremos en un pueblo, no tendremos experiencia de ilustres gente entre nosotros pero todos y cada uno sabemos contar.


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