Lyon, Francia, ciudad
histórica como pocas en Europa. Con un gobierno progresista y sensible a la
defensa de los valores de igualdad y solidaridad ha dado a luz no solo experiencias socio técnicas de las que nos
hemos beneficiados todos sino también personajes influyentes en la sociedad. Pese
a todo ello -y con su propia problemática como núcleo urbano- una visita nos
pone de manifiesto cosas tan elementales cómo estás: no todo es perfecto o
malo, no todo es blanco o negro.
Comento lo anterior a raíz de
una visita turística que acaba de realizar una amiga. A su regreso, me cuenta
sus impresiones, en parte sorprendida por lo que ella entiende como de
circunstancias insólitas. Bueno, una insólita y otra tristemente no tanto:
En un semáforo dos señoras.
Una con burka pidiendo…, no daba crédito
a lo que veía pues va contra todas sus
creencias.
Y por otro lado, es el tercer
país Europeo en el que veo a niños mendigando. En este caso concreto era un
niño de unos cincos años de pelo castaño, enmarañado, donde posiblemente no ha
entrado nunca un peine. Su carita demacrada. Sus grandes ojos estaban vacíos de
infancia, desprendía una profunda tristezas, creo que desconocía lo que era
sonreír. Sus movimientos eran como los de un autómata. Me agaché para poder
hablar a su altura.
- ¿Cómo te llamas?
- Antoine.
-¡Qué bonito nombre¡ ¿y dónde
están tus padres? -me señala unas esquinas bastantes lejanas. Me contó que
estaban con su hermana que era pequeñita. Según le preguntaba le veía nervioso.
- ¿Tus papás no te dejan
hablar con desconocidos?
- No es que pierdo clientes.
- No te preocupes yo te voy a
dar dinero.
- Señora ¡que buena es usted!
-Y de repente me pregunta- ¿Tiene hijos ? ¿Y los quiere mucho? ¿les da besos?
En ese momento me rompo y unas lágrimas
silenciosas ruedan por mis mejillas, momento que Antoine con sus manitas que
también desconocen el jabón, se acerca a mi rostro y me seca las lágrimas con
una ternura que es difícil de describir con palabras.
Inmediatamente lo cogí y abracé
aquel cuerpito frágil carente de todo tipo de caricias. Ni siquiera pensé en
los bichos que podía tener y que esas manitas me infestaran los ojos.
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