Algunas amigas habían
compartido con ella sus experiencias como embarazadas. Lo veían como el estado
ideal de una mujer.
- Yo, decía la protagonista
de este post, de fiesta y de ideal de vida, nada. Menos mal que tiene un final
que son nueve meses, y de ahí cada una sacará la decisión de si vuelve a
repetir la experiencia o no.
- Para mí -continúa Estrella
con su testimonio-, lo único bueno qué tiene el embarazo es sentir que vas a
ser madre, qué vas a tener un hijo. Porque realmente todo en mi vida fue un
cambiazo: cogí peso, sentirme hinchada y pesada, caminaba torpemente,
pareciendo una mujer de ochenta años. Llena de despistes y sobre todo apestando
a sudor, que no hay cosa que más me moleste que alguien con el cuerpo sudado -y
la peste que da- esté cerca de mí. Pero en este caso yo misma la que olía a
sudor. Los pezones me crecieron, me salieron estrías en la barriga y los
muslos. Y siempre cambiando. Ni yo misma me conocía. Qué si hambre, que si
frío. Y notabas que hasta tu mismo carácter había cambiado. Eso sí, lo que es
verdad es que como embarazada nunca me sentí sola, sino querida, apoyada y
comprendida. Y lo que más guardo en mi corazón son las interminables charlas
que, desde el principio mantenía con mí chiquitín.
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