Trabajaba
como guía turístico de un museo, una tarea que además hacia con gusto. Aquel
día escuchó cómo una pareja comentaba con cierta sorna el nombre del autor.
Sonriendo se acercó a ellos y les dijo:
- Supongo
que querrán saber alguna otra cosa. Por ejemplo, aun siendo un cuadro
antiguo y no habiendo mucho escrito acerca del mismo se conoce su nombre: Noche
estrellada.
El joven de la pareja, y haciendo ver qué no le interesaba se acercó al
guía con cara socarrona.
- Mira
chico. Los cuadros nos importan una mierda. Té estamos preguntando por ti.
- Perdón
- les dijo el chico-, pero yo no soy parte de la exposición.
- ¡Claro
que lo eres, el último! No importa. Dicen que mataste a tu artista
llamado Samba y que frecuentas la judería del barrio, un local por otra parte
dedicado a la fabricación de androides que pudieran operar en aquella zona
-oyéndose la voz de un hombre alto, fuerte, ancho y grueso que, mochila al
hombro, entraba en aquel momento en el local sin nadie haberle abierto.
Ojos,
los ojos de alguien, Grandes, enormes, dorados. Eran pupilas robótica en un
cuerpo tan humano como perecedero al tiempo que no se levantaba mirando los
cuadros.
- Los robots no entienden de cuadros –dijo bien alto el señor de la mochila.
Por otra parte el hedor a sudor mecánico que dejó a su paso por la sala de
exposiciones es el mismo que reina en este taller y que no se percibe en ningún
rincón de la ciudad de Málaga, salvo en los momentos que usted pasa por
ella. Consecuentemente queda usted detenido por el robo de varios cuadros
artísticos y culturales en esta ciudad así como por el hurto de 1200 litros de
vino griego y encontrados en varias habitaciones de su casa.
Todo un caso que ha llamado la atención pues la solución al mismo casi que
ocurre antes de ser denunciado. Eso sí. Ni dio tiempo a que los agentes
destinados a esta tarea ni tuvieran tiempo para ponerse de acuerdo en una
estrategia de equipo. Mejor así.
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