Amor, amor que se desborda
por los libros, el teatro, por la música, por la poesía, por Andalucía, por su
madre. Y el otro amor que duele, que traiciona, que desprecia, que solo le trae
tristeza, soledad, que le hace llorar “como lloran los niños del último banco”.
Y el miedo, miedo a la
soledad, a la traición y a la muerte, sobre todo a la muerte. “Si muero, dejad
el balcón abierto”
Y la alegría arrolladora para
disimular el amor fracasado y el miedo, y las traiciones.
Y todo eso es Federico García
Lorca, que sabe de alguna manera que Él será eterno, universal, que su poesía
recorrerá el mundo por siempre. Él lo
sabe, por eso nos dice:
“Quiero dormir un rato,
Un rato, un minuto, un siglo,
Pero que todos sepan que no
he muerto…
Y lo sabemos, nunca ha
muerto…sigue estando entre nosotros cada día…
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