No me importa que me llamen vieja
si fui capaz de conquistar la meta,
ganándole batallas a la vida,
sin rendirme nunca ante las penas...
No me importa que me llamen vieja
si tengo dentro tantas cosas bellas,
pues las arrugas y también las canas
no lo oculto, presumo de ellas.
No me importa que me llamen vieja.
Antes fui tallo de las ramas nuevas,
con mi savia todavía engendran.
Soy el tronco que les da las fuerzas.
¡No importa que me llamen vieja!
Ya vienen otros por la misma senda.
Mucho antes que ellos se lo piensen
sufrirán, como yo, las mismas penas.
No me importa que me llamen vieja
si tengo nietos que mi vida alegran.
Les doy la paz de mi vejez serena
cómo saben hacerlo las abuelas.
¡Feliz por haber llegado a vieja!
Ahora soy como las ramas secas
y caliento sus hogares con la llama
Del calor que les doy con mi presencia.
En referencia al señor amigo de mi abuelo, me acordé porque la semana pasada viendo el canal Canario (que en honor de la verdad no suelo verlo…). Estaba un señor que contaba historias que había oído en sus numerosos viajes, siempre de personas mayores y lo hacia a través de un libro gigantesco como un cuentacuentos, con un montaje muy bonito.
No voy alargarme más, pero dijo una frase que había escuchado en la India: "Cuando muere un anciano a se quema una biblioteca".
Quería decirlo, la importancia de escuchar a los mayores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario