Cuando era niña, vivía en La Pastora, en la calle donde los autobuses giraban 90 grados para dirigirse hacia la calle Dos Pilitas. En algunas ocasiones vi a estos autobuses quedar bloqueados, atrapados por la estrechez de las calles de mi barrio.
Llegué de alguna manera a desarrollar la creencia de que los autobuses no tenían marcha atrás; que cuando se atascaban, debían pedir una grúa. No había otra solución.
Por gracioso que parezca, nos pasa a muchos, nos quedamos atascados en una falsa creencia y se nos hace difícil retroceder y revaluar si lo que creemos corresponde o no a la verdad. Cómo el autobús nos quedamos atascados. Con el tiempo, llegué a darme cuenta que los autobuses si retroceden y que no lo hacían, en aquella estrecha calle, porque no había espacio para maniobrar. Necesitaban la asistencia de una grúa para salir con solvencia e integridad.
Así también nos pasa. Necesitamos, a veces, de la ayuda externa, cuando nuestra simple observación y crecimiento no son suficiente, para desatascar viejas creencias. Para comprender mejor la realidad y desmantelar las viejas creencias que nos atascan, que nos impiden el avance y nos dejan atrapados en una calle estrecha.
Nuestras creencias tienen retroceso y podemos, al desmontarlas y ser conscientes, avanzar.
Carmen Cecilia López
Excelente reflexión.. gracias por compartirlo
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