Hoy parece que
se nos invita a vivir sin “contaminarnos” por la realidad. O, mejor dicho, un
poco a la carta, eligiendo sólo lo nos gusta. La aspiración es seguir joven
toda la vida; a eso induce la publicidad más agresiva. Pues vaya, y yo que
pensaba que lo natural era cada mañana tener un día más, dejar atrás la
adolescencia, y conforme vas viviendo, ir dejando una huella en el mundo (desde
muy pronto), y que el mundo también te vaya marcando. Pues resulta que no, que
hoy lo natural es esa apariencia de perpetua frescura. ¡Vaya por Dios! Pues la
verdad, paso. Prefiero empezar a vivir, cuanto antes mejor, para que llegue al
final del camino con el cuerpo y el espíritu marcado. Aunque haya cicatrices.
El mundo idílico
de algunos programas infantiles de televisión, con lenguaje dulce,
conflictos risibles, lecciones tiernas… no es real. Un mundo Disney. Y no está
mal empezar la vida asomándose al mundo de un modo amable. Pero luego hay que
crecer, y al crecer, empezar a arriesgar, a comprometerse, a implicarse y
complicarse la vida… porque todo lo que es importante te marca un poco, y a
veces te hiere. Hay quien tiene tanto miedo a sufrir (léase “estar mal” a
veces) que se pone la venda con mucha antelación, y no llega a vivir de realidad.
Yo quiero ser capaz de vivir, arriesgar y a veces tropezar, gritar cuando haga
falta, sufrir por los míos (y que los míos sean cada vez más).
Que las heridas
se curan. Y después de ellas, sobre todo de las más duras, algo
queda. Queda el recuerdo de lo vivido. la lección aprendida, la sabiduría
de quien ha llorado y sin embargo se ha salido adelante. Queda la fuerza de
quien es capaz de comprometerse por causas loables. Queda la lección que se
saca de los errores (propios y ajenos), la calma que da una cierta perspectiva,
la humanidad de quien se siente frágil y por eso mismo acepta la fragilidad
ajena, la alegría serena de quien ha estado triste alguna vez y la pena
tranquila de quien ha reído mucho. La sencillez de quien sabe pedir perdón y
perdonar. Todo eso ha de ser el horizonte de nuestras búsquedas. Obtener
lecciones que nos ayuden a vivir.
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