Un nuevo día. Abrimos los
ojos. Nuestras manos no están paralizadas. Nuestros cuerpos se mueven. Podemos
hablar. Es como empezar un año nuevo. Pongo la radio: tormentas y otros
fenómenos producidos por el cambio climático. Muertos más que contar y una ciudad
que se ha convertido en una isla; algo que podía haberse evitado si aquellos
elegidos por nosotros no de hubiesen olvidado que estaban a nuestro servicio y
no tan preocupados por aprovechar las circunstancias para llenar sus bolsillos.
Pero no. Se reunieron,
escucharon a los técnicos que les cantaron las verdades, comieron los alimentos
típicos del país donde de reunieron, después de maquillarse para que no se les
vieran las arrugas, en el siguiente acto se sacaron las fotos de rigor a la par
que anunciaban la buena nueva de siempre, más retocados los compromisos
sugeridos por los técnicos, conscientes de que ni un gramo de arena fina
movería.
Para ellos y para nosotros ha
llegado un nuevo día. Brillo y resplandor es la aurora que nos lo trae. Cada
día, pues, ante la salida de un proyecto revolucionario. Es esa luminosidad que
aparece en el cielo después del choque entre electrones y protones. Es la
aurora que vuela por los cielos para anunciarnos un nuevo día. Alta en el cielo,
un águila guerrera audaz se levantan en vuelo triunfante.
Hoy pues, de nuevo luchando
contra toda opresión, distancia y dolor haremos que el velo de la oscuridad de
la noche se levante.
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